La espectacular carrera de uno de los mejores futbolistas de México, el señor Cuauhtémoc Blanco, siempre estuvo rodeada de polémica y su despedida de la Selección Mexicana no podía ser la excepción.
Es indiscutible que la idea de hacer un reconocimiento a la gran trayectoria de Cuauhtémoc era excelente, pero ¿el momento era el indicado? Muchos pensaban que no.
Con el arranque del
Mundial en puerta y el "despapaye" futbolístico enseñado en las eliminatorias, todavía pendiente de arreglarse, el lujo de homenajear al último crack del futbol mexicano podía haber esperado un tantito. Esos argumentos se escuchaban lógicos.
En lo personal, y antes de ver lo sucedido, yo no veía cómo un rápido homenaje podría afectar en algo el objetivo de este partido de preparación, pero después de ver lo sucedido, y cómo se dieron las cosas, tuvieron razón esos muchos que de antemano estaban criticando.
Yo imaginé que el "Cuau" tocaría la pelota por unos 3 o 4 minutos para luego, bajo merecidos aplausos de reconocimiento, dejar la cancha tras ver realizado el sueño de cualquier jugador de su envergadura mientras la FMF cumplía su compromiso con el buen "Cuau", y de ahí en adelante aprovechar el amistoso como una verdadera preparación y no como una desordenada pachanga.
Pero al parecer Miguel Herrera, hipnotizado por la capacidad y el talento del "Cuau", quien, con todo y sus muchos kilotes de más, mostraba una claridad mental en la media cancha que actualmente no existe en nuestra Selección, se olvidó del tiempo y del objetivo principal por lo cual se programó este amistoso frente a los Israelíes.
La forma poco atractiva de ganar y el resultado final, cuyo mejor colaborador fue el portero de Israel, salieron sobrando. Yo esperaba algo muy distinto.
Si el miércoles el Tri que estuvo en la cancha nos demostró que todavía le falta mucho por hacer en el poco tiempo que tiene, pienso estar listo para vivir, al pie del cañón, mi segundo Mundial consecutivo.
Por un lado, me siento bendecido por ser parte, a través de los medios, de la fiesta deportiva más grande del mundo, aunque no puedo evitar preocuparme con lo que pudiera suceder en un país en donde el amor por el futbol se ha fundido con una generación consciente, exigente y conocedora de que la educación, la salud y la seguridad, entre otras cosas, son lo más importante para una nación que quiere dar a su gente una vida digna.
Espero que, en caso de que las manifestaciones se hagan presentes en Brasil, lo que es muy probable, todo esté enmarcado por la paz y que el futbol sólo sea un motivo de fiesta.
careca@elnorte.com
@krek9