"El futbol llegó a Brasil como a casi todas partes: en un barco inglés. Metido en la maleta de un tipo llamado Charles Miller, desembarcó en las playas y ahí se quedó. Los negros lo hicieron suyo, pero formalmente fue un juego de blancos hasta 30 años después. Blancos eran los futbolistas que disfrutaban de los primeros estadios, y blancos los que jugaron los primeros campeonatos oficiales entre
los clubes sociales de las ciudades". (Fragmento de José Antonio Martín Otín, de "El futbol tiene música").
En esos ásperos inicios, Otín cuenta que un tipo extravagante apodado Neném Prancha se colocaba con un puesto de naranjas en la playa de Copacabana sin ser frutero, sino más bien como filósofo y algo técnico de futbol. Allí mismo lanzaba las naranjas a los "garotos" que pasaban y seleccionaba a los que tenían un reflejo futbolero.
Y 110 años después, la industria del futbol en Brasil mueve 16 mil millones dólares al año, teniendo 30 millones de practicantes (16 por ciento de su población), 800 clubes, 13 mil jugadores aficionados y 11 mil profesionales.
Para abreviar por qué ellos son el país más exitoso en el mundo futbolístico, sólo hay que enumerar 15 sutiles razones: Leónidas, Didí, Babá, Garrincha, Pelé, Gerson, Tostao, Rivelino, Zico, Falcao, Sócrates, Ronaldo, Romario, Rivaldo y Ronaldinho.
En un torneo como la Copa del Mundo, donde en 19 ediciones sólo 8 países han levantado la Copa entre las 209 selecciones posibles, tampoco es muy complicado sintetizar con nombres propios las causas que llevaron a Italia, Alemania, Argentina o España a consolidar 10 títulos mundiales más.
Bueno, hasta para el dos veces subcampeón Holanda, con los puros apellidos de Cruyff, Krol, Neeskens, Van de Kerkhof, Van Basten, Gullit, Koeman, Van Persie y Robben, basta para entender su histórico alcance.
Pero en México, donde la fe del catolicismo se traslapa sin problema al futbol, aún existen muchos que aseguran que el Mundial no se gana con figuras, sino con "webos".
O quienes garantizan que será el mejor Mundial de México en la historia. Hasta el mismísimo Herrera lo manifiesta cada vez que se topa con un micrófono.
Puedo entender que en política se abusa de los dogmas triunfalistas para no alebrestar al pueblo con la verdad, pero en un simple juego de futbol donde al final es incuestionable el resultado, ¿qué sentido tiene?
En fin, agreguemos pues al muy nacionalista discurso de: "vamos a crecer, vamos a abolir la pobreza, la corrupción, el analfabetismo, la delincuencia, la impunidad y la desigualdad", este nuevo entrecomillado: "vamos a ser campeones del mundo en Brasil". ¿No cree usted?
PD. Decir la verdad lo puede hacer cualquier idiota. Para mentir hace falta imaginación.
Lo escrito, escrito está.
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