Dieciocho mil retuits

Javier Alarcón
en CANCHA


Ganó el equipo israelí Maccabi de Tel Aviv sobre el Real Madrid en basquetbol, y reporta el diario El País la generación en 140 caracteres, y en instantes, de 18 mil tuits antisemitas.

El hashtag "putosjudíos" se formó en cuestión de minutos como tema preponderante en la conversación en esa red. Y la polémica se seguirá moviendo entre la indispensable libertad de expresión pese a los

excesos, y la implementación, a manera de iniciativa por ahora, en España, ante el citado caso, de fórmulas jurídicas en contra de ese tipo de mensajes en redes sociales.

Twitter se ha vuelto una forma técnicamente formal para anunciar asuntos de todo tipo de relevancia. Presidentes, Jefes de Estado, celebridades deportivas y artísticas oficializan mensajes, decisiones, felicitaciones, críticas, bromas, ubicaciones y propósitos mediante el poderoso Twitter. El deporte no se ha resistido a comunicarse por esta vía.

Anoche, ya tarde, Chivas anunció por este medio la contratación de Carlos Salcido. Con el brillantísimo Juan Villoro, colaborador de Reforma, tuve oportunidad de charlar sobre el fenómeno Twitter. Palabras más, palabras menos, cree que es un medio en el que el anonimato permite "emparejar" la autoridad moral, credibilidad y sustento de lo escrito, para un numeroso grupo de personas que buscan notoriedad en base a la calumnia, agresión verbal y desahogo respecto al humor social que impera en cada región del planeta desde donde se teclea.

Este instrumento se ha convertido en una herramienta de oportunidad, inmediatez, denuncia y solidaridad. Hace dos años, el cuerpo de una persona ahogada en la Presa Madín en Atizapán, fue recuperado con mayor celeridad desde el llamado vía Twitter de un familiar y gracias al retuit de la entonces Primera Dama, Margarita Zavala.

Hay cientos de ejemplos. Personas extraviadas son reconocidas gracias a múltiples retuits. Muchos deportistas, hartos del protocolo que implica enfrentarse a las tediosas conferencias de prensa, anuncian llegadas, salidas, bautizos, nacimientos, contratos, etc. en 140 teclazos y dos minutos de escritura. Estupendo que las conversaciones versen sobre lo que las mayorías deseen, es su derecho, pero hay límites.

Es peligrosísimo utilizar Twitter para hacerse el chistoso, valiente y conocedor. Este nuevo anonimato digital, tiene el poder de destruir las reputaciones más inmaculadas y sacar lo peor de las entrañas, pero también de provocar las muestras de solidaridad más nobles y encomiables de la naturaleza humana. ¿Usted, que tipo de tuitero es? ¿Francotirador resentido o usuario crítico, responsable, solidario y divertido?

 
 
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