Hace poco tiempo escribió Juan Villoro en Reforma una frase, no sólo para la reflexión, sino de igual manera muy útil para la identificación: "Un estadio es un buen sitio para tener un padre, el resto del mundo es un buen sitio para tener un hijo".
Hoy son los Martínez quienes se encuentran en el ojo del huracán por compartir afición, deporte y negocio, pero sobre todo por ser exitosos
dentro de una actividad tan publicitada, deseada y cuestionada.
La llegada de Pachuca y León a la Final del Clausura 2014 supera el heroísmo y hasta la fortuna; 19 de cada 20 casos como los que ambos equipos enfrentaron en la Fecha 17 fracasan. Después, la Fase final, nunca tan bien mencionada como ahora: "se trata de otro torneo".
No, desde luego que no es bien visto que Jesús padre celebre abiertamente el título del equipo de Jesús hijo, al ser la cabeza de una institución rival. No es plausible que entre equipos hermanos intercambien jugadores sin ton ni son. Pero con tanto infiltrado en el futbol mexicano ¿Quién se atreve a dudar de los Martínez? Quienes con su estilo y sociedades, llegaron para competir con los posesionados gigantes y, de entrada, en los primeros noventa y tantos minutos de la Final, dejan muy claro que no hay concesiones ni caricias para el oponente.
Una de las máximas enseñanzas que puede dejar un padre a sus hijos es la pasión y el gusto por una actividad. Una identificación inagotable que incrementa su peso en el recuerdo una vez que alguno ya no está. Es, de alguna manera, la primera representación del heroísmo, "del padre que ejemplifica con sus acciones la virtud como fuerza y excelencia", en palabras de Savater. Un heroísmo que se transforma una vez que el hijo se convence tras años y ejemplos de acción, de enfrentamiento y edificación, tan perdurable que se vuelve inmortal y, en sociedades verdaderamente arraigadas de pasión, hereditaria... sin posibilidad de elección.
Bien escribe Villoro en el mismo artículo, que "la inmensa mayoría están en el estadio porque alguna vez su padre los llevó al futbol", a partir de ahí, todos quieren lo mismo, pero todos lo quieren de distinta manera.
Si los grandes periodistas son emulados por sus hijos en su oficio, si los grandes empresarios adiestran a sus hijos para llevar las empresas ¿Por qué el dueño de un equipo de futbol no puede ser imitado por su hijo para llevar también un equipo que parte desde otra División?
Supongo que Jesús padre llevó por primera vez a un estadio a Jesús hijo, supongo que compartieron afición e ilusiones y supongo que hoy por hoy, el estadio de la Final es el mejor lugar para tener un padre, sobre todo si se encuentra a la cabeza del equipo rival y en otro palco.
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@Felixatlante12