La Dominguera

San Cadilla
en CANCHA


Ni una más, Paul

"Espero que pueda salir de esto, pero no sé si su cuerpo va a soportarlo. No quiero que sea una de las tantas personas que mueren por culpa del alcohol", dijo Ronnie Iran, jugador de cricket y amigo de Paul Gascoigne, cuando acudió para ayudarlo.

A sus 46 años, los estragos de la bebida y las drogas en el cuerpo de Paul son evidentes. En la fotografía se le observa

al lado de una muleta con la que se ayudaba a caminar, tras ser sometido a una operación en la rodilla izquierda.

Sí, la misma pierna zurda con la que hizo un sombrero a Colin Harren antes de rematar de volea y vencer al portero Andy Goram, en el duelo entre Inglaterra y Escocia, en uno de los goles más espectaculares de la Eurocopa de 1996.

Uno de los mejores volantes de los años 90 en el futbol británico, Gascoigne cargó desde su infancia con la suerte del genio incomprendido. La pobreza en la que creció y ser testigo de las muertes de un amigo y de su padre forjaron en él un carácter irreverente y agresivo.

Su excepcional técnica y habilidad para eludir rivales, así como su fiereza a la defensiva, lo hicieron despuntar con el Newcastle United, a los 18 años. Era el inicio de una carrera brillante, que más tarde se vendría abajo por las lesiones y una mala conducta fuera del campo.



LLEGA LA 'GAZZAMANÍA'

En White Hart Lane deslumbró a propios y extraños, lo que le valió su contratación con el Tottenham, donde tuvo cuatro temporadas exitosas... y no sólo en la cancha. Ya todo un ídolo entre la afición, Paul motivó la llamada "Gazzamanía".

Primero colaboró con la banda Lindisfarme en la grabación de "Fog on the Tyne", y más tarde, con la agrupación New Order y "World in Motion"; además, fue protagonista de los videojuegos "Gazza's Superstar Soccer" y "Gazza II".

No tardaría en llegar su oportunidad con la Selección de Inglaterra. Con el "Equipo de la Rosa" anotó 10 goles en 57 apariciones, entre ellas, en el Mundial de Italia 1990, donde llegó hasta Semifinales, que perdió con Alemania, a la postre campeón.

En ese partido, fue sancionado con una amonestación que le impedía disputar la Final en caso de avanzar; las lágrimas rodando por su rostro fueron recogidas por las cámaras de televisión en una imagen memorable.



AH, PA' BROMITAS

La rudeza de Gascoigne en la cancha contrastaba con lo bromista -o hasta insolente- que era fuera de ella.

Una de las condiciones para su millonario traspaso a la Lazio, de Italia, en 1992, era que aprendiera el idioma. Y lo hizo, aunque para probarlo eligió a la persona menos indicada. "Tu hija tiene buenas tetas", le lanzó a Sergio Cragnotti, presidente del club, en un claro italiano.

A la pregunta de un periodista previo a un juego en Roma respondió con un eructo y cuando lo expulsaron en un partido contra el Genoa, saludó de mano a dos de sus rivales y al árbitro antes de abandonar el terreno.

En una ocasión, ya con el Glasgow, en la liga escocesa, al silbante Dougie Smith se le cayeron las tarjetas y Gascoigne se las devolvió, no sin antes bromear con él mostrándole la amarilla.

Un incidente menos gracioso le costó recibir amenazas de muerte de los fanáticos del Celtic frente a quienes realizó un provocativo festejo. Sus excesos eran cada vez más frecuentes y notorios.



DEL CIELO AL SUELO

El gusto por la bebida no fue el único fantasma en la vida de Gascoigne.

Con Sheryl Failes se casó en 1996 y procreó a un hijo -Regan Paul Gascoigne-, pero se divorció dos años después tras los supuestos maltratos por parte del ex futbolista.

Unas imágenes en las que aparecía ebrio en la madrugada, publicadas por un diario sensacionalista, motivaron al seleccionador inglés, Glenn Hoodle, a darlo de baja de la convocatoria final para Francia 98. Casi se le va a los golpes.

Sin la posibilidad de jugar su segundo Mundial, fichó por el Middlesbrough, pero otra serie de problemas personales desembocaron en su partida al Everton, donde tampoco duraría mucho, pues recaló en el Burnley.

Tras fracasar en su intento por llevar al club a la Premier, anunció su retirada provisional, mientras estudiaba ofertas para ir a la MLS.

Y viajó a los Estados Unidos, pero no para jugar con el DC United, como era su intención, sino para internarse en centro de desintoxicación.

Un fugaz paso por el futbol chino con el Gansu Tianma y otro intento fallido con el Wolverhampton, pusieron punto final a la carrera de Gascoigne en el 2004.



UNA ESTRELLA CAÍDA

A la depresión por el retiro le siguieron su adicción a la cocaína y un nuevo ingreso hospitalario por neumonía, en el 2005; ese mismo año fue arrestado por agredir a un fotógrafo en Liverpool, lo que detonó su reclusión en un hospital psiquiátrico.

En 2007 fue intervenido de urgencia por una úlcera estomacal y afecciones cardiacas. Un año después intentó suicidarse en un hotel en Londres.

Una pelea con un guardia de seguridad en una estación de tren, un accidente automovilístico y una nueva sobredosis de alcohol y drogas, en 2010, en Portugal, lo hicieron el blanco predilecto de los tabloides.

Incluso, es famosa su pelea con Liam Gallagher, vocalista de Oasis en un exclusivo club de la capital inglesa, en la que tras una conversación amena terminaron a puñetazos.

Estos eventos hicieron que la familia del futbolista promoviera un documental llamado "Surviving Gazza"; además, la Federación Inglesa intervino económicamente en la situación de Paul, que ya era de extrema pobreza.



MUERTO EN VIDA

En una de las últimas crisis por su adicción, en marzo del 2013, el propio Gascoigne afirmó haber estado "muerto unas semanas" cuando despertó atado a una cama en un hospital de Arizona tras una ingesta descontrolada de alcohol.

"Los médicos pensaron que no sobreviviría al tratamiento de desintoxicación", agregó el ex futbolista.

A ese centro de atención ingresó a solicitud de varios compañeros, en especial Steven Gerrard y Wayne Rooney, quienes financiaron los 7 mil 500 euros semanales que costaba el tratamiento de Gascoigne en esa clínica de los Estados Unidos.

Rooney, a quien no pocos han comparado con el propio Gazza por su pasado modesto, su exceso de peso y, claro, por su talento con el balón, nunca ha ocultado su admiración por quien fuera su ídolo cuando entrenaba en las básicas del Everton.

"El sólo hecho de observar lo que era capaz de hacer con el balón significó una experiencia única para mí. No podía esperar para correr a casa y decirle a todos mis compañeros que había entrenando con Paul Gascoigne", contó en una ocasión.

Ese vergonzoso episodio es sólo el último eslabón de una cadena de escándalos que, a decir de los expertos, impidieron que el inglés se convirtiera en uno de los mejores jugadores de todos los tiempos.



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