El Manchester United fue incapaz de soportar estas segundas nupcias con David Moyes. Los recuerdos y las comparaciones de aquel enlace idílico que superó las bodas de plata con Sir Alex Ferguson, fueron martillazos de intolerancia tras cada tropiezo, cada derrota, cada mal gesto y cada error (propio o ajeno), de un director técnico que sin duda contaba con la preparación, el conocimiento y los
blasones para darle el beneficio de la duda a un club demasiado acostumbrado a festejar, al menos, el roce con los mejores clubes europeos cada año en la Champions.
Con mucha razón alguien dijo que lo difícil no es reunir a un grupo de buenos futbolistas, lo verdaderamente complejo es hacerlos jugar en equipo. No hubo convencimiento (como en el primer año de Ferguson), no hubo entendimiento (como en el primer año de Ferguson) y no hubo resultados (como en el primer año de Ferguson, al finalizar en la posición 11 con una sola victoria de visitante). Pero, la diferencia es que aquí no hubo paciencia. El fantasma de Sir Alex acumuló indirectamente un éxito más, ya en el retiro, con el despido y el fracaso de Moyes.
Si las comparaciones son odiosas, también son irresistibles. Solo hay que preguntar al "Turco" Mohamed, quien a pesar de tener al América con 24 puntos y prácticamente dentro de la Liguilla (solo un tsunami podría dejarlo fuera), carga, semana a semana con la presencia de Miguel Herrera, por quien se sentirá una nostalgia incluso durante la vuelta olímpica de este torneo, si acaso llega a darse. Para sustituir a un ganador no hace falta solamente ser otro ganador, sino cambiar el estilo y enamorar.
Ferguson dejó al United campeón y formó parte de la terna para el mejor técnico del mundo en su año de despedida; Herrera dejó al América por el único puesto más alto como técnico en nuestro País: la Selección Nacional. Competir contra tales imágenes es para valientes, extremadamente capaces y algo inconscientes.
En "Latitudes", extraordinario libro recién publicado, Alberto Lati comparte un admirable caso de continuidad en la dirección técnica: el caso de Guy Roux, entrenador del Auxerre francés por ¡44 años! Inició como jugador-entrenador (al igual que Ryan Giggs hoy en ManU) en 1960, cuando el equipo militaba en la categoría regional, lo ascendió cuatro divisiones, hasta lograr el campeonato de la League1 en 1998. El compromiso de Roux con su presidente fue muy sencillo: no desperdiciar un centavo y trabajar 11 horas al día, 49 semanas al año, todos los días. "Teníamos un proyecto. Te equivocas y cambias algo, pero si no sigues ahí ¿Cómo saber si acertaste en el cambio? Esto no es de venir dos horas e irte, los jugadores descansan después del partido (y entrenamientos, agregaría), yo no", le dijo Roux a Lati en pleno campo de entrenamiento.
Moyes tuvo su gran etapa en el Everton al que dirigió durante nada despreciables 11 años, Mohamed hizo campeón de Primera División, en su segundo torneo, a un equipo en pañales y en una ciudad sin antecedentes en la máxima categoría. Sus sucesores, al igual que ellos al suceder, sufrieron, tal como sufrió Roux, luego de su salida de Auxerre tras ser campeón de Copa en el 2005: renunció casi de inmediato a la dirección técnica de Lens, al medio tiempo de su encuentro en la Jornada 5... La adaptación en segundas nupcias requiere no solamente de los atributos que uno sea capaz de mostrar, sino de eliminar la nostalgia por el anterior cónyuge.
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@Felixatlante12