"El objetivo es contar con un equipo ganador que mantenga la cercanía con la gente del pueblo... considero indispensable fomentar el surgimiento de jugadores y técnicos nacionales competitivos, lo cual propiciamos en el equipo Atlante, que se nutre torneo a torneo de hombres surgidos de nuestra propia cantera", escribió Alejandro Burillo en la bienvenida del libro publicado con motivo de los 90
años del Atlante. Congruente con su accidentada historia, el Atlante ha sufrido infinitamente más de lo que ha gozado desde aquel aniversario, en el que por cierto, se develó una placa hoy tan extraviada como el equipo mismo.
Durante los tres años que comprenden un descenso en la Liga MX, un equipo (no recién ascendido) debe hacer las cosas realmente mal para perder la categoría, Atlante no es la excepción: 28 jugadores no nacidos en México fueron contratados en esos seis campeonatos, ninguno fue parte del equipo más de dos torneos. Ocho técnicos aparecieron en la banca (incluido Miguel Herrera). Las fuerzas básicas sólo cumplen con los requisitos de la Liga en Sub 20 y Sub 17. Y se prescindió durante buena parte de este tiempo de quien demostró una y otra vez, por más de 25 años, conocer el armado de un equipo competitivo con pocos recursos.
Enrique Krauze alguna vez escribió, con toda precisión, que la esencia de este equipo no consiste en sus triunfos, sino en la fidelidad consigo mismo... esencia que el mismo dueño se ha encargado de traicionar al de-sentenderse de su propio equipo que, uno entendería es también su propio negocio.
En una ocasión que jugamos en Torreón contra Santos y perdíamos al medio tiempo, Ángel Cappa nos preguntó: "Muchachos ¿Quieren perder este partido verdad?" A lo que todos respondimos: "¡No!", sin dudarlo... "¿No? ¿En serio? Creo que ustedes me mienten, porque están haciendo todo lo necesario para perder", nos remató. Pese al cambio de actitud, la ventaja que habíamos dado era tan grande que fue imposible siquiera empatar.
Lo anterior viene a colación por el presente torneo del Atlante, con un puntaje no tan alto, no tan bajo, que de haber sido la media en estos tres años, no estaría despidiéndose de la Primera División como hace 24 años.
Atlante cosecha lo que sembró. Este equipo con casi 100 años de historia y con un título reciente en su torneo de mudanza a Cancún, desperdició la bonanza de manera lamentable. Reclamar sobre el proceso de venta del Atlas o la desafiliación de Querétaro es renunciar a la autocrítica.
Tras este eficiente manual del descenso que nos ha mostrado el equipo, tristemente somos cada vez menos los que lloramos su realidad.
@Felixatlante12
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