Las trampas del descenso

Héctor Huerta
en CANCHA


Aunque las reglas sean iguales para todos, a fin de evitar sorpresas que hagan perder seriedad a la Liga MX y al propio futbol mexicano, la realidad es que éste es un terreno propicio para los suspicaces.

Bertrand Russell decía que "en todas las actividades es saludable, de vez en cuando, poner un signo de interrogación sobre aquellas cosas que por mucho tiempo se han dado por

seguras".

El futbol mexicano nos ha acostumbrado a que no todas las reglas se cumplen. Y que con mucha frecuencia aplica otra ley no escrita. La que dice: "Según el sapo es la pedrada".

El año pasado se había establecido que la multipropiedad se iría eliminando en un plazo máximo de 5 años y que nadie que tuviera uno o más equipos podría adquirir otro. Como gesto de buena voluntad, TV Azteca se desprendió de la parte accionaria que tenía en Jaguares, pero a los pocos meses compró al Atlas, violando un acuerdo de asamblea de dueños.

También el año pasado se había determinado que existía la obligatoriedad que equipo que ascendía o descendía se quedaría en la plaza mínimo un año. No cumplió La Piedad, campeón de Ascenso MX, que se mudó a Veracruz, y tampoco cumplió Querétaro, que se quedó en su propia plaza comprando la franquicia de Jaguares, pese a haber descendido.

Ése es el estilo tramposo del futbol mexicano, cuyas historias de desacatos reglamentarios podrían necesitar no un libro, sino una enciclopedia completa.

El caso del Atlante hoy presenta matices como para pensar que tampoco se cumpliría un descenso automático. Los dirigentes atlantistas, viejos lobos de mar en este futbol mexicano, están buscando todos los resquicios legales para evitar lo que hoy parece inevitable: su caída al Ascenso MX.

Han recurrido a su derecho para impugnar la compra del Atlas. En aquella asamblea 11 clubes aprobaron la venta a TV Azteca, 5 la rechazaron y 2 se abstuvieron. No había, pues, el 80 por ciento reglamentario. El caso se turnó a la FMF, que resolvió con una ridiculez: el dueño del Atlas sigue siendo la Asociación Civil, no la televisora, a pesar de que se cumplió con el pago de 500 millones de pesos.

Atlante llevó su queja hasta el TAS de Suiza, pero tendrán que ir como testigos los cinco equipos que no aprobaron la venta (Monterrey, Tigres, Atlante, Toluca y Pumas) y tal vez los dos que se abstuvieron (Pachuca y León) para continuar con el proceso. Eso no le dará al Atlante la salvación, pero podría ganar una indemnización económica.

Otra opción sería comprar a precio de regalo lo que queda del Querétaro. O una más, cualquier otra trampa que en el camino se les ocurra.

En el futbol mexicano se aplica con singular alegría aquella máxima torcida de interpretación de lo justo. Aquí, "hecha la ley, hecha la trampa".

 
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