'HH', más allá del futbol
No, no hablo de Héctor Herrera, nuestro connacional del Porto, sino de Helenio Herrera, cuya vida se tambaleó entre la tragedia, el éxito y la polémica.
Nació en Buenos Aires, el 16 de abril de 1910 -aunque siempre sostuvo que lo hizo en 1916- hijo de padres andaluces. Sus tres hermanos murieron en el viaje desde la península ibérica. Al
poco tiempo, cruzó de nuevo el Atlántico rumbo a Marruecos, entonces una colonia francesa; ahí, se dedicó a pedir limosna y casi muere de difteria.
El futbol se convirtió entonces en una válvula de escape y el Rocanegra, el equipo del barrio, en su más grande pasión. Sus limitaciones como jugador no eran más grandes que su voluntad y sacrificio, y meses más tarde el Club Francais, de París, se fijó en él y lo reclutó.
En Francia, combinó sus actividades como futbolista semiprofesional, mecánico y padre de familia. Un fugaz paso por el también parisino Red Star y -aunque sin documentar- dos partidos como internacional con la selección gala.
En 1945, cuando militaba para el CSM Puteaux, se retira tras una lesión en la rodilla. Llegaba el fin de un defensa férreo y disciplinado -pero hasta ahí-, para abrirle camino a una leyenda de la dirección técnica.
Primero ídolo en el Barcelona, fue con el Inter de Milán que Herrera llevó el Catenaccio, concepto aún interminado, a su máxima expresión. A él se debe la inclusión del famoso "líbero", así como los extremos y laterales, con los que frecuentemente sorprendía a sus rivales.
"El Mago" -como también se le conocía, pese a su creencia de que en el futbol "no había magia, sino pasión y lucha"- fue también el primer entrenador en colocar en los vestuarios letreros con arengas y frases motivacionales.
Y su afán lo llevó a la tribuna. Logró convencer a los hinchas ibéricos de llevar pancartas a los campos y animar con cánticos a los jugadores, en vez de sólo disfrutar del espectáculo. Un concepto que hoy conocemos como "El Jugador Número 12".
EL PRIMER 'MOURINHO'
Obsesionado con la estrategia, estricto en la cancha y fuera de ella, motivador excepcional y autor de frases incendiarias. No en vano se le ha comparado con el actual DT del Chelsea, José Mourinho.
Y en efecto, las similitudes abundan. Ninguno destacó como jugador -Herrera apenas y pisó la Primera División francesa- y sus logros en la dirección técnica superan por mucho lo hecho por ambos como futbolistas. ¿La diferencia? Helenio lo hizo seis décadas antes.
Herrera fue sin duda un adelantado a su época, "un pionero del calentamiento, en las concentraciones, en el cuidado de la alimentación, en la preparación física, en la táctica", como lo describe Miguel Gutiérrez en su libro "Frases de Futbol".
"Mis equipos comienzan a calentar los músculos media hora antes de salir a la cancha. Así evitan lesiones", decía en 1960, cuando aquello era toda una novedad.
Pero su mayor obsesión estaba fuera del campo. Previo a los juegos importantes, reunía a la prensa - que se regodeaba con sus frases altisonantes, retadoras - y centraba la atención en él, liberando de toda presión a sus jugadores.
Concedía tal peso al aspecto psicológico, que en una ocasión, siendo DT del Inter, sancionó a uno de sus dirigidos por declarar "vamos a jugar en Roma" en vez de "vamos a ganar en Roma".
Herrera marcó una época en el Inter, con el que conquistó, entre muchos otros títulos, el de la Copa de Europa de 1965, la última antes de que los "Nerazzurri" la ganaran de nuevo, 45 años después... de la mano de Mourinho.
SE FORJA UNA LEYENDA
Tras su retiro como jugador, en 1945, y luego de dirigir un par de equipos en Francia, cuya liga se jugaba a pesar de la Segunda Guerra Mundial, apuntó a España, donde realmente se cotizó como estratega.
En 1947 llegó al Valladolid y lo salvó del descenso, lo que le valió su primera oportunidad con un "grande", el Atlético de Madrid. Al frente de los Colchoneros ganó 2 ligas consecutivas, en 1949-50 y 1950-51. Eran destellos de lo que más tarde lo hizo brillar sobre el resto.
Criticado por su futbol "en exceso defensivo", en la Liga de 1950-51, el Atlético marcó 87 goles en 30 juegos, es decir, casi 3 por partido. ¡Defensivo!
El Málaga, el Deportivo de La Coruña y el Sevilla, este último durante 4 temporadas, además de un breve paso por Os Belenenses, de Portugal, fueron sólo el preámbulo de su graduación como DT: el FC Barcelona, al que llegó en 1958.
Con el húngaro Ladislao Kubala como figura, el Camp Nou recién inaugurado y una afición ávida de éxitos, Herrera fue la cereza del pastel blaugrana. Y no les falló. Dos años le bastaron para obtener un par de Ligas, una Copa y una Copa de Ferias (hoy Copa de la UEFA).
Sin embargo, aves de tempestades, las personalidades de Herrera y Kubala chocaron un sinfín de ocasiones, derivando en la partida del estratega a Italia.
EL INTER Y EL CATENACCIO
Fue Angelo Moratti quien lo invitó a dirigir al Internazionale, el mismo equipo al que Herrera, con los culés, había eliminado un año antes de la Copa de Ferias.
"HH" logró que en su aventura por el Calcio lo acompañaran Luis Suárez, Jair, Szymaniak, Burgnich, Corso y Facchetti; formó uno de los equipos más poderosos del mundo. ¿El resultado? Tres Scudettos, 2 Copas de Campeones y 2 Intercontinentales.
Creador de muchas de las características hoy inherentes al juego, Herrera ayudó a perfeccionar un sistema que él mismo se encargó de "jubilar" años más tarde.
"El Catenaccio no tiene ninguna posibilidad de subsistir. Tengo el absoluto convencimiento que los sistemas eminentemente defensivos han concluido su ciclo", aseveró tras la Final que Italia perdió 4-1 con Brasil en México 1970.
'SIN BAJAR DEL AUTOBÚS'
Muchas de las frases memorables del balompié salieron de la mordaz lengua de Herrera, aunque después él se encargara de matizarlas o incluso renegara de su autoría.
Una de las más famosas -la que más, quizá- fue aquella que pronunció previo a un duelo en Sevilla contra el poderoso Betis, dirigiendo al Barcelona, en la Temporada 1958-59: "Ganaremos sin bajar del autobús".
Con esas declaraciones montó un buen revuelo en la ciudad del Guadalquivir, narra Juan Chenlo en su blog "La Mazeta Deportiva". El día del partido, el equipo salió a calentar mientras él caminaba sobre el campo llevándose cientos de improperios de los aficionados béticos; al volver al vestuario, le dijo a sus jugadores "ya están desgañitados, ahora salgan y ganen". Y el Barsa ganó, 5-2.
Otra de sus perlas, de la cual también renegó, fue la de: "Al futbol se juega mejor con 10 que con 11". Hay quien menciona que se trató de una simple excusa luego de caer frente a un rival en inferioridad numérica.
Implacable, cuando se le preguntó a quién consideraba el mejor jugador del mundo, no dudó. "Pelé es un violín; Di Stéfano, la orquesta entera." ¿Así o más claro?
UN ÚLTIMO SUSPIRO
Luego de ganarlo todo con el Inter de Milán, un lustro al frente de la Roma (1968-73) y de vuelta al Inter en 1974. El final estaba cerca.
Tras unos años en el retiro, en 1978 entrena al Rimini Calcio, y dos años después, un setentón Herrera reaparece para dirigir al Barsa, con el que gana la Copa del Rey de 1981... y nada más.
En 1997, un infarto lo sorprendió en Venecia, donde falleció a los 87 años. Más tarde, un cuaderno con apuntes futbolísticos de su puño y letra -en español, francés e italiano- le fue entregado a su incondicional, Giacinto Facchetti.
Helenio Herrera
Director Técnico
"Yo nunca he tenido diferencias con ningún jugador, incluidos Di Stefano y Kubala. Claro, siempre y cuando hagan lo que yo digo".
"Una vez un periodista me preguntó por qué dirijo sólo equipos grandes, pues porque los chicos no pueden pagarme".
"Muchos me creen omnipotente porque dicen que conozco todo. Eso no es verdad, jamás conocí el fracaso".
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