Agridulce aniversario
Jorge Borja Navarrete cumplió dos años como presidente del Club Universidad Nacional el domingo pasado, pero no hubo mucho que festejar.
Además de que los Pumas cayeron 2-1 ante Santos Laguna en la Jornada 13 del Clausura, el dirigente auriazul ha sumado más fracasos que triunfos en una gestión que bien se podría calificar de atropellada.
Desde su
llegada, en la etapa final del Clausura 2012, torneo en el que no implementó ningún cambio, los universitarios han disputado 71 encuentros, con un saldo negativo de 22 triunfos, 20 empates y 29 derrotas.
Su mano, y sus pifias, se comenzaron a notar en el segundo certamen. A partir de entonces ha utilizado a dos vicepresidentes deportivos, Alberto García Aspe y Mario Trejo, quien fue despedido en mayo de 2012 y recontratado 15 meses después; además de cuatro técnicos, sin contar a Guillermo Vázquez, quien prefirió dejar a la UNAM para ir a Cruz Azul en el inicio de su mandato y teniendo la desafortunadísima visión de hacer de Mario Carrillo entrenador de los auriazules.
Los mejores momentos de la escuadra del Pedregal con Borja Navarrete fueron en el Clausura 2013, cuando clasificó a la Liguilla, pero el gozo se le fue al pozo pues lo echó a las primeras de cambio ni más ni menos que el América, que lo usó de escalón para llegar al título.
En cuatro participaciones en la Copa, los auriazules sólo han avanzado una vez a la segunda fase, pero en el balance general su paso por esta competencia ha sido muy negativo.
El dirigente avaló la venta de Pumas Morelos, supuestamente porque representaba una carga económica para la institución y en la contratación de refuerzos ha tenido mal ojo, pues la mayoría de ellos pasaron sin pena ni pena ni gloria.
Con el equipo en zona de clasificación en este momento, el presidente auriazul intentará prolongar su mandato por otros dos años en la Asamblea Ordinaria que deberá realizarse en las siguientes semanas.
Habrá que ver cómo le va.
Otro en la mira
La crisis en el Guadalajara no sólo tiene que ver con el entrenador, los directivos y los jugadores, sino que va aún más allá.
Resulta que varios futbolistas del Rebaño Sagrado están más que enojados con el departamento médico y el preparador físico del club.
Desde hace semanas que la confianza de los rojiblancos en Guillermo "Platanito" Hernández venía francamente a pique, y la cosa en lugar de mejorar ha empeorado con el devenir de los días -y de las derrotas.
No solamente siguen cayendo como piezas de dominó los lesionados en el primer equipo, sino que cada vez es más evidente que quienes alcanzan a jugar no acaban los partidos físicamente bien, lo que habla de una preparación deficiente, pero además, algunos jugadores están molestos por diagnósticos equivocados, sobre todo del doctor de cancha Jesús Alberto Robles y del propio preparador físico.
Y si no me creen pregúntenle a Omar Bravo que ayer se aventó más de media hora platicando con el "Platanito" y aunque no estuve cerca de ellos les puedo asegurar que la plática no era sobre el sabroso calorcito que se siente en la Perla Tapatía.
Como que suena medio raro que el capitán haya aparecido con los suplentes ante Atlas, teóricamente casi recuperado y luego ante América ni siquiera haya ido a la banca.
¿Apresuraron su regreso y forzaron su recuperación?
No sé si en realidad Hernández la está regando en su chamba, pero de que los jugadores están molestos vaya que lo están y, bueno, luego de perder un Clásico 4-0, pues hasta el menor corajito se convierte en un drama, ¿no?
san.cadilla@reforma.com