Entre los incomparables

Roberto Gómez Junco
en CANCHA


Para los diletantes de este juego, quedará para siempre en la memoria el Real Madrid vs Barcelona del pasado domingo.

Un duelo entre los que quizá sean los dos planteles más poderosos en el mundo, y entre las dos únicas escuadras que en la actualidad pueden disputarle al Bayern Munich su merecida etiqueta como el mejor equipo.

Para entender el nivel que como planteles tienen estos

dos colosos españoles, baste decir que de los DIEZ mejores jugadores del mundo en la cancha del Santiago Bernabéu estaban por lo menos CINCO (que cada quien elija a los suyos entre Messi, Cristiano, Iniesta, Bale, Neymar, Benzemá, Di Maria, Modric, Alves, Ramos y compañía).

Esa calidad individual de altos vuelos, aunada a una preparación física y mental en su máxima expresión, derivó en una exhibición futbolística de ésas que se ven muy de vez en cuando, y que sirven para entender por qué el futbol provoca en el planeta lo que ningún otro juego-deporte-espectáculo es capaz de provocar.

Pero si ese juego nos maravilló a muchos, lo que sigue sorprendiendo es la incapacidad de tantos para reconocer lo que haga cualquiera que no sea del "propio" equipo, como vuelve a quedar demostrado con el ejemplar caso de Lionel Messi.

El mejor jugador del mundo (porque más allá de los subjetivos gustos de cada quien hay evidencias irrefutables en ese sentido), no convence a muchos por más que sigue rompiendo cuanto récord se le atraviesa.

Por seguir exigiéndole "su Mundial", o porque simplemente no piensan reconocerle nada, muchos siguen perdiéndose de lo que hace este incomparable futbolista, este gran goleador casi siempre no sólo definidor sino también generador de sus propios goles.

Un jugador que en la historia moderna del futbol está en el selectísimo grupo que era de tres y desde hace rato es de cuatro: Pelé, Cruyff, Maradona y Messi (nombrados en orden cronológico y por referirme sólo a los jugadores que hemos visto en los últimos 50 años).

Tener "ese Mundial" que muchos le exigen, no le permitiría a Messi instalarse entre esos incomparables de este juego; le permitiría rebasarlos.

¿Será tan difícil apreciar y valorar a cada jugador sin obnubilarse con las camisetas?

 
 
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