Refundación del futbol

Francisco Javier González
en CANCHA


Otra vez el Clásico Español. El partido que no nos cansamos de ver.

Lo que le hace diferente a casi todo lo demás es su gran calidad: individual, colectiva y futbolística.

Se cometen errores por la tensión de la competencia, porque el de enfrente sí que es rival duro, porque los futbolistas del Real Madrid y del Barcelona son más perfectos que casi todos los demás pero son igual de

humanos.

Verlo en el estadio será una delicia. Pero verlo en televisión es también espectacular. Las tomas son mejores cada día, los adelantos de producción suelen presumirse precisamente en este tipo de partidos. Los detalles de las tomas de acercamiento permiten ver los rostros a detalle, las faltas con claridad, los músculos golpeados en el mismo momento en que se produce el contacto.

Desde hace muchos años, lo único que no avanza al ritmo de lo demás es el arbitraje.

Sigue siendo el hombre del silbato quien más decisiones debe tomar en el más amplio de los terrenos de juego; no comparte las responsabilidades con nadie. Tiene auxiliares que le sugieren pero el sabrá si les hace caso o los ignora olímpicamente.

Dos de los tres penales que se marcaron están viciados: uno fue señalado por una falta fuera del área, y el otro después de un fuera de juego, además rompió el partido por la expulsión a Sergio Ramos. Un hombre menos en el campo es mucha diferencia en duelos de tal exigencia.

Pero ver siete goles, tres remontadas y tantos detalles técnicos nos recuerda por qué estos partidos valen mucho más que los demás.

Barcelona prende la Liga, Atlético se mantiene como tercero en discordia y el final se prevé emocionante y espectacular.

Ese es el paraíso futbolero: canchas espléndidas, calidad por todos lados y -pese al árbitro que en todos lados es vulnerable por naturaleza- un espectáculo casi inigualable.

Es injusto comparar el clásico global con el nuestro que, deslucido se jugará el próximo domingo. O con cualquier otra cosa: lo demás es terrenal, está lleno de imbéciles que en una tribuna -como la del Jalisco- pelean contra miembros que aparentan ser de la misma tribu.

Aunque tengamos cosas tan buenas como ver a los Gallos destruir quinielas sin haber cobrado sus sueldos.

Cada cosa en su lugar y con su dimensión, pero roba cámara el Real Madrid-Barcelona porque es el partido que hace nacer nueva afición; el mejor artículo de mercadotecnia que pueda tener el futbol mundial.

Gane quien gane, deja riquezas. Reparte asombro. Y vuelve a fundar al futbol como un universo de mil significados.

Madrid y Barsa nos hicieron diferente un domingo que era de rutina.

 
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