"El problema del futbolista en México es que no se considera el número uno dentro del futbol, sino el número dos"... Las palabras del ex portero Luis Alberto Islas, aquella tarde de noviembre de 2001 en un hotel de la Ciudad de México, durante una reunión para organizar la Pre Comisión del Jugador, tienen tanta vigencia como 10 años antes de mencionarlas.
En el momento que el futbolista
que actúa en México se valore fuera de la cancha tanto como lo hace dentro, comprenderá que no hay futbol sin futbolistas y que aquello que hoy padecen sus compañeros de profesión, podría encontrar una respuesta si el compromiso con el futbol es antes un compromiso con la vida. El compromiso se establece entre los miembros de una entidad colectiva que se identifican, en este caso, mediante el futbol y su entorno.
Pero ¿Cuál es realmente el compromiso del futbolista? ¿Entrenar, comer, descansar, ser puntual y jugar? No, el compromiso del futbolista es también su entorno y este abarca lo que en muchas ocasiones no le es cómodo y requiere de esfuerzo y tiempo extra.
Confieso un súbito coraje cada vez que, como cíclica crisis latinoamericana, reaparecen los cuestionamientos acerca de la unión de los futbolistas en México y, como demagogia latinoamericana, el jugador entrevistado levanta la voz clamando la necesidad de unirse, sin conocer sus derechos, obligaciones y sobre todo, su Comisión que les representa desde hace más de 10 años.
Dejémonos de comparaciones, México tiene una representación de los jugadores a la mexicana, en la que cada uno de los futbolistas profesionales tiene derecho a vigilar, exigir, participar y proponer. México no tiene un sindicato de futbolistas, tiene una Comisión que genera recursos de los propios jugadores con sus transferencias, que debe representar gratuitamente a cada jugador (y equipo) necesitado y que ofrece una buena cantidad de beneficios integrales que la mayoría de los agraciados ni conoce. Un buen consejo sería tomarse el tiempo de conocer a fondo su propia Comisión, saber como se manejan los fondos y comprobar si cumplen con sus funciones. Otro aun mejor sería involucrarse.
En mi carta de renuncia como Director de la Comisión del jugador, en 2005, le escribí a Francisco Gabriel, nuestro Presidente en ese entonces: "Ejercitar esta actividad nos llevó pronto a comprender que la conciliación era mucho más productiva que el enfrentamiento, que los tiempos requerían paciencia y que hoy, más que nunca, el futbolista debe cuidar su profesión: sí en el aspecto deportivo, pero, de igual forma, debe abandonar la indiferencia, el desinterés y la nula participación que años atrás parecían prácticas de otra galaxia y hoy son indispensables, para marcar ese respeto que merece la materia prima del futbol, y que representamos juntos durante años". Supongo que debo lamentar la vigencia de este párrafo tantos años después.
Al futbolista mexicano (y a quien llega a nuestro futbol) le es cómodo ser el número dos dentro de este negocio, porque si es el número uno debe ocuparse de labores que desafortunadamente le interesan solo al caer en desgracia como los Gallos Blancos o al llegar el retiro y encontrar la realidad de la vida fuera del futbol.
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@Felixatlante12