Descenso y Liguilla

Javier Alarcón
en CANCHA


Hace mucho que se sabía la controvertida situación en el manejo directivo del Querétaro. Y si lo que procede técnicamente es la desafiliación, que no empiecen a tratar de quedar bien con todo mundo para inventar balsas de salvación para los que están comprometidos en el descenso.

Claramente Veracruz, Atlante y Atlas, con su mucho o poco peso financiero y político, deben librar una batalla

deportiva hasta el final, y uno de los tres debe perder, por la vía deportiva, la categoría.

Hay reglamentos y procedimientos muy claros, pero no se contempla esa soga salvadora para ninguno de los inconformes. Ya estamos topados en recursos históricos y componendas económicas para rescatar franquicias.

Si los de la División de Ascenso se han comprometido económica y deportivamente, entonces lo conducente es ampliar las opciones para ellos y no rescatar por la mala a los impuntuales y consistentes en mediocridad.

No es el Querétaro el que los puede salvar, la incompetencia de este trío, y los que se empeñen en agregarse, no puede ser subsanada por las deficiencias técnicas de un tercero.

Fue una jornada desesperante en términos generales por el futbol ofensivo expresado. Vaya, se enfrentaron el uno contra el dos, también el tres contra el cuatro, y el resultado de ambas ecuaciones fue muy pobre.

En ese escenario es muy complicado esperar más del resto del pelotón.

El sistema de competencia, supuestamente diseñado para cargar de altísimas emociones la Liguilla, se desgastó hace tiempo. Las Ligas española e inglesa, bajo el justísimo formato de coronar al primero y nada más, tendrán hasta el final una definición dramática.

La otrora exitosa Liguilla en México, copiada del formato de los Playoffs de otros deportes en Estados Unidos, ya no cuenta con la vigencia y espectacularidad de otros años.

Vale la pena analizar, aunque sea para probar y ajustar, un cambio de formato. Y eso es mucho mejor intentarlo después de la finalización de un Mundial.

No me atrevo aún a sugerir los torneos largos (el ideal sin duda en un futbol de primer mundo y progresista). Pero verificar qué pasa con cada equipo, actitud y postura jornada a jornada, para coronar al primer lugar, no sólo no suena descabellado, sino lo más básico para ver si se encuentra una nueva fórmula que haga menos aburrido el tramite de 17 jornadas de equipos que sólo flotan.

No sobra intentarlo aunque sea una sola vez.


@Javier_Alarcon_
jalarcon@reforma.com