El tiempo se le echa encima a Miguel Herrera.
Ya aclaró Ricardo Peláez, que durante la próxima convocatoria para enfrentar a Nigeria el 5 de marzo en Atlanta, por falta de cupo y en aras de poner a rodar por primera y única vez posible a los seleccionados que están en Europa, varios de los que podrían sentirse necesarios en la Liga, no estarán incluidos.
Hace Bien Miguel en
mantener esa sonrisa y un optimismo sano, pero todos sabemos que entre más veces jueguen los mismos, entre más sesiones de entrenamiento con los mismos jugadores tenga el entrenador, es lógico y posible establecer conceptos de juego, tareas, responsabilidades individuales y colectivas, para lograr cohesión, plenitud de funcionamiento, y finalmente establecer un estilo de juego que sea perfeccionable, que tenga alternativas de solución ante la adversidad.
Miguel hace lo que puede, pero debemos ser concientes hasta la exageración, que en un futbol tan competitivo e igualitario en niveles de juego, rivales como Camerún y Croacia, con características muy distintas entre sí y a las de México, no pueden proclamarse más que el Tri, pero tampoco menos. Esto es, con todo realismo, viene un Mundial en el que México experimentará en todos sentidos.
La milagrosa clasificación era la prioridad. Una vez obtenida, el tiempo escasea y las oportunidades del entrenador para probar y corregir, son casi nulas. Que nadie deje de guardar ilusión por un Mundial destacado para México; claro que hay calidad y experiencia. Pero, para no terminar decepcionados, consideremos las variables en juego. Creo que pese a todas las circunstancias tan particulares, México terminará haciendo un Mundial digno. De eso a imaginarnos equis número de partidos, hay uno o dos años de trabajo ausentes.
Las buenas noticias son que jugadores como Fabián y Brizuela, más los que se acumulen, están empeñados en hacerle muy difícil la elección a Herrera sobre los marginados. Las únicas dos cosas exigibles para hoy y dentro de tres meses, es que los que vayan, se entreguen al límite para defender el prestigio -el que sea- del futbol mexicano y eviten bajo cualquier condición, dejar al equipo en inferioridad por un arrebato o patada.
Un Mundial improvisado es el que jugará Herrera. Solo las potencias pueden juntarse al cuarto para la hora y sacar la tarea en base al tremendo talento individual. No somos de esos.
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