Futbol ficción

Francisco Javier González
en CANCHA


Algún país lejano mide el índice de felicidad de sus habitantes.

Las naciones del mundo tienen una medida de riqueza. El ingreso per cápita nos dice quiénes son los más ricos y los más necesitados en todo el orbe.

Todos los 14 de febrero somos invitados a medir nuestros niveles de amor. Uno supondría que de acuerdo con esa calificación se determina el costo, la intención o la

creatividad del regalo.

En el futbol hay una manera de medir a los mejores y a los peores: se llama tabla de posiciones.

En la que corresponde a esta semana encontramos que nuestra Liga atraviesa por momentos ideales. Los cuatro equipos más populares del País están en la cúspide o cerca de ella, acompañados por un Toluca que nunca viene mal como animador del torneo.

Un ejemplo dramático de lo que ocurre con este índice es el de las Chivas. Criticadas hasta el cansancio por sus mediocres torneos de los últimos tiempos, parecía caerse después de un inicio espectacular en la cancha de Santos Laguna.

Su actuación más baja fue seguramente la que tuvo en Puebla hace apenas ocho días. Marcó un gol a los dos minutos y el resto de la historia fue insulsa y aburrida, pero el marcador terminó favoreciéndolas.

El propio José Luis Real comentó que hay partidos que hay que ganar de cualquier forma. Aldo de Nigris habló de la temperatura de ese juego celebrado a las 12:00 horas como gran obstáculo que los comentaristas deciden no considerar.

Ayer en Guadalajara, las Chivas dieron cuenta de un feroz Querétaro que les complicó enormemente la existencia pero al que vencieron con dos goles de Omar Bravo: el primero una obra maestra. El segundo un regalo de Dios por haberla firmado. El resultado coloca a las poco convincentes Chivas en lugares de privilegio.

Mientras Luis Fernando Tena asegura con categoría que el Puebla mereció llevarse el empate, el América sufre lo indecible para retomar los niveles que acostumbró durante los últimos dos años.

Pero ambos mantienen igualmente lugares privilegiados que no están muy lejanos al de Pumas que aún sufriendo con el Atlas alcanza a rescatar un punto.

La medida que tiene el futbol es convencional y por lo tanto aceptada por todos. Que los equipos poseedores de más puntos sean los mejores entra ya al terreno de la subjetividad.

Pero como la aritmética es objetiva y nunca engaña a los sentidos, debemos contemplar que sí hay una manera de medir la felicidad de los individuos, la riqueza de los países, la capacidad de amar y la efectividad -por lo menos eso sí, efectividad- de los equipos de futbol en un torneo.

El actual torneo no ha sido de la calidad esperada, aunque algunos números dicen que deberíamos estar satisfechos.

 
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