Ya quedó pactada la séptima final de la Copa del Rey entre el Real Madrid y el Barcelona. Está claro que en España siguen mandando los dos grandes. Todo lo demás es espejismo.
La historia de estos Clásicos empezó en Mestalla en 1936. Desde 1932 el trofeo, inaugurado en 1903 como Copa de Su Majestad el Rey, se llamaba Copa de Su Excelencia el Presidente de la República, un signo de acento
antimonárquico.
Aquél 21 de junio Valencia era un verdadero carnaval, pese a que se fraguaba el golpe de Estado que un mes después desembocaría en la Guerra Civil y en la larga dictadura del general Francisco Franco (sobra decir que el torneo pasaría a llamarse hasta 1976 Copa del Generalísimo).
Las crónicas recogen la locura: "Nunca ha habido una animación tan extraordinaria. Ni las renombradas Fallas (fiestas tradicionales) han logrado reunir tal número de turistas. Se calculan en más de 15 mil los forasteros".
En ese marco "multitudinario" se corrió la voz que el público sin entradas marcharía directo hacia el estadio amenazando el clásico portazo. Nada pasó.
Ese domingo le bastaron al Real Madrid 12 minutos para hacer los dos goles que le dieron el triunfo.
Eugenio abrió el camino y la crítica catalana responsabilizó a su portero Iborra ¡por chaparro! "Podría haberlo parado y no lo paró por corto de talla. Un hombre alto en su sitio levanta las manos como él y se encuentra con el balón en sus manos, porque ni iba muy fuerte, ni iba muy alto".
Los culés descontaron después y todo quedó escrito.
El partido se volvió tan monótono y aburrido que, achicharrado por el sol del verano levantino, el público recurrió a su experiencia taurina y coreó tantas veces como pudo "¡otro toro!, ¡otro toro!" pidiendo revivir un juego que ya estaba muerto. Al fin, la "ola mexicana" todavía no se había inventado.
Todo pudo cambiar al final cuando el delantero blaugrana Escolá disparó contra el arco merengue. El portero, con una gran estirada, ahogó el grito de gol. Era nada menos que Ricardo "El Divino" Zamora. Jugaba su último partido y evitó la posibilidad de un alargue. "Todos estos posibles lo imposibilitó la intuición del número uno de los deportistas españoles de todos los tiempos", publicó el diario La Vanguardia.
El Real Madrid con más veteranía y técnica logró contener a un equipo catalán que solamente ponía voluntad, pero que no exhibía juego colectivo. El Barcelona fue criticado por presentar "jugadores muy recios con un juego sin unidad, sin variedad".
Como ya lo fue en 2011, Mestalla volverá a ser el 19 de abril el escenario de esta clásica Final. Allí han ganado dos veces los Merengues.
Casi 80 años después, el juego del Barsa ha cambiado radicalmente y los chaparros son quienes fabrican las victorias.
Para ellos, ¿la tercera en Mestalla será la vencida?
@MUNDODEPELOTA
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