En retrospectiva, la política de incondicionalidad hacia las jerarquías que Ferretti promulgó en su equipo terminó siendo una mala idea.
Si lo que buscaba el experimentado entrenador era fortalecer la confianza de los mejores, ¿no bastaba con hacérselos saber sólo a ellos? Porque, desde el mismísimo momento en que enteró a todos, despojó a los no titulares de la recompensa del
esfuerzo.
Como lo declara Jorge Valdano en su libro "Los 11 poderes del líder": "Los valores que son universales no necesitan el aval de los resultados para ser auténticos".
Por desgracia, si en cualquier profesión es difícil discutir con el éxito, en el mundo del futbol, el que gana disimula todos sus defectos, pero además está absuelto de dar explicaciones.
Entiendo perfectamente que todo esto no tiene importancia para quienes sobreviven de los resultados en el corto plazo, pero anteponer el prestigio de las supuestas figuras, relegando a segundo término los derechos del resto, es una espada de dos puntas.
Ferretti ahora se topa con un dilema: ¿Con cuántos jugadores cuenta en lo anímico y futbolístico para sacar esto adelante?, ¿11 o 22?
"Cuando se está al frente de un organización es imprescindible administrar un básico sentido de la justicia, y la justicia tiene un solo modo de premiar y de castigar: atendiendo a los méritos", cita Valdano en su libro.
Aunque para los pragmáticos suene todo esto extravagante o exagerado, no sólo en Tigres, sino en el balompié mexicano en general, llegó el momento de definir si vale la pena ganar como sea.
Con la importancia social que ya tiene esta actividad, debemos exigirles a todos los actores (federativos, presidentes, entrenadores y jugadores) comportamientos y acciones que dignifiquen lo que ahora es la industria del futbol. Porque mientras no entiendan que el futbol es más importante que su equipo, el largo plazo seguirá incierto.
Retomando la actual problemática de Tigres, el jugador también debe aprender a ser responsable y maduro para alcanzar el triunfo sin la necesidad de que cada minuto le digan qué hacer.
El jugador que se compromete por convicción delante de un grupo genera un vínculo mucho más sólido que seguir obedientemente una orden. ¿No cree usted?
PD: "La defensa de nuestro equipo, por apasionada que sea, no autoriza a poner en peligro la decencia del futbol". Jorge Valdano.
Lo escrito, escrito está.
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