El campeón moral de la FIFA

MUNDO DE PELOTA / Homero Fernández
en CANCHA


En medio del glamour de la entrega del Balón de Oro 2013, de las lágrimas de Pelé, del llanto de Cristiano Ronaldo, del traje carmesí de Lionel Messi, de la belleza de Fernanda Lima y de Irina Shayk, la pequeña delegación del futbol de Afganistán parecía de otro mundo.

Pero, allí estaban para recibir el reconocimiento de la FIFA al Fair Play por su contribución a la paz en una sociedad

castigada por la guerra (invadida por la Unión Soviética en 1979 y por Estados Unidos en 2001) y bajo el fuego del extremismo talibán.

No es poca cosa, entonces, que en ese país, uno de los productores más importantes de opio y territorio de narcos (y célebre refugio de Osama Bin Laden), comience a correr la pelota por los parques y por el pasto artificial de los pocos estadios.

La Federación afgana tiene una llamada Premier League donde juegan ocho equipos de distintas regiones. En agosto se disputó la Final de la segunda edición del torneo en el estadio de Kabul con capacidad para 6 mil 500 aficionados. Según los organizadores el promedio de asistencia fue de 4 mil 500, con una alta presencia de mujeres y niños. La competencia aprovechó la pasión que había despertado a la afición el triunfo sobre Pakistán, en el primer amistoso internacional disputado desde 2003. Muchos aficionados compraron los boletos de a docena, aprovechando el precio de entre 2 y 5 dólares. Luego, festejaron la victoria por 3-0 como un gran acontecimiento. "Fue como ganar la Copa del Mundo", dijo el capitán Zohib Amiri impresionado por el ambiente.

Pero allí no paró la alegría, porque Afganistán viajó a Nepal para disputar el torneo del Sur de Asia y trajo el título después de derrotar a los locales en las Semifinales y a la India (2-0) en la Final. Se tomó así la revancha de la derrota por 4-0 que le habían infligido los indios en el torneo de 2011.

Uno de los héroes fue Sandjar Ahmadi. La historia cuenta que el joven de 21 años había emigrado a Alemania con la intención de convertirse en futbolista profesional. Hasta allí llegó la invitación para formar parte de la Selección. En principio se negó porque se arriesgaba a perder su trabajo y la ilusión de jugar en la Quinta División germana. Al final el corazón pudo más que la razón y arribó a Nepal un día antes del debut de su equipo. Tuvo la suerte de hacer el segundo gol en la Final. Regresó a Hamburgo donde ya no tenía trabajo, pero junto con la decepción nació la oportunidad: el club Mumbai de la principal Liga india lo contrató como delantero.

Colocado en el lugar 138 del ranking mundial, Afganistán seguramente no se ilusiona con llegar algún día a la cima futbolística. Pero, por lo pronto, con los goles a la guerra ya la tocó y pudo levantar con orgullo el máximo trofeo moral de la FIFA.

 
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