¿Qué tan importante es el futbol en México?
Juan Villoro lo sintetizó de la siguiente manera: "Los Senadores se han puesto un plazo de seis meses para cambiar el rostro del País. Si para el Mundial de Brasil no hay reformas, las expectativas nacionales dependerán en exclusiva de Oribe Peralta".
El Clausura 2014 arranca con lo que para muchos es una ignominia de efectos
devastadores: de casi 500 jugadores registrados, 21 no nacidos en territorio nacional jugarán como mexicanos.
El tema de los extranjeros, lejos de ser una discusión racional, se convirtió en un debate religioso y, aunque todos las ligas del mundo se benefician de esta práctica, aquí seguimos enfrascados entre el dogma y la razón.
En retrospectiva, equipos con hasta ocho no nacidos en México deberían tener una ventaja competitiva sobre el resto, pero en una industria donde la cantidad no es sinónimo de calidad, aparece un plantel como el León que, sin contar con naturalizados, nos ofrece un futbol de excepcional calidad.
Dentro del pronóstico del año que inicia debemos considerar que los jugadores del América estarán obligados a servir a dos amos.
¿Qué tanto mermará a Mohamed el proyecto nacional del "Piojo" Herrera?
La respuesta vuelve a estar en la calidad de sus extranjeros, donde el pedigrí de un jugador como Narciso Mina ya les costó un campeonato.
En la Ciudad, los Tigres con Darío Burbano, colombiano que terminó siendo el fichaje más rimbombante de nuestra Liga y, sin tener aún el remplazo de Villa, nos sigue garantizando de la mano del método Ferretti, mínimo, otros Cuartos de Final.
Pero en el caso del Monterrey, que agotó su margen de error por no rebasar las 23 unidades durante los últimos tres torneos al incorporar cuatro "refuerzos" discretos, provocó en las expectativas de su afición un entorno apático, cínico e indolente, nada propicio para retomar la cima de la competencia.
Sin duda, el futuro rayado sigue fincado a los botines de Suazo, "Chelito", Neri, Zavala, Silva y Basanta. ¿No cree usted?
PD. "Nuestros deseos -o nuestras ideas- nos sobornan". (Jesús Silva Herzog Márquez).
Lo escrito, escrito está.
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