Justa dimensión

Roberto Gómez Junco
en CANCHA


La Selección Mexicana cumplirá hoy con su segundo compromiso en la Copa Oro.

Jugando como pueden y saben hacerlo, los tricolores deberían imponerse a la escuadra canadiense para así instalarse en unos Cuartos de Final en los que en realidad podían haber sido inscritos de antemano, aunque sólo fuera para ahorrarse y ahorrarnos esta Primera Fase ante adversarios de poca monta.

Y como

en estos mismos días aunque no a las mismas horas se juega la Copa América, las comparaciones vuelven inexorablemente a producirse... y también las exageraciones.

Es precisamente ahí, en la recurrente manía de ubicarse en los extremos, donde radica uno de los principales males de la crítica futbolera en México.

Entre los que tradicionalmente han pintado todo color de rosa, y los que sólo han vislumbrado desde siempre un oscuro panorama, ha transitado esa crítica que no construye porque no acierta en el diagnóstico, y no acierta porque se empeña en el blanco o en el negro sin distinguir la enorme gama de grises.

Incluso con el actual y polémico caso de Oribe Peralta pasando del América a las Chivas, brilla por su ausencia la claridad de miras, sin contaminación ni radicalización algunas, para entender o distinguir que las tres partes salen beneficiadas.

Jugar en las Chivas o sentarse en la banca del América. ¿De veras les parece tan cuestionable la decisión tomada por el ejemplar futbolista?

Aquí aflora, otra vez, la endémica incapacidad para encontrar la verdad en medio, al igual que en otros asuntos.

No es la Liga MX la mejor de todas las Ligas, pero mucho menos la peor. Está, quizá, entre el sexto y noveno lugar de las ciento y pico o doscientas que existen.

La Selección Mexicana no es, por supuesto, la mejor del planeta, pero sí está tres escalones abajo de las más fuertes y dos pisos arriba de las más débiles.

Es cierto que en la Copa América se despliega un futbol de nivel superior, que sólo en Europa se juega aún mejor, y que la fragilidad y peculiaridades de los "concakafkianos" son cosa aparte, pero de eso a pintar al futbol mexicano o pretender esbozarlo como el peor del mundo, hay una enorme distancia que sólo con una gran dosis de irresponsable desparpajo puede recorrerse.

Similar irresponsabilidad en la que también incurren quienes insisten en vendernos las incomparables bondades del futbol mexicano y el suculento negocio que lo envuelve, lo somete, lo amarra y le impide alcanzar su cabal desarrollo.

¿Será tan difícil, también en el futbol, ubicar las cosas en su verdadera y justa dimensión?

Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre.

Para maniqueísmos, con el que hoy en día se vive y se padece en los ámbitos político y social es más que suficiente.

No hay que ser.

 
Twitter: @rgomezjunco