Nadie se consagra contra Cuba

Francisco Javier González
en CANCHA


No en futbol. No cuando se juega con tantas facilidades frente a un rival que no domina los fundamentos del juego y las herramientas que tiene son tan rudimentarias. No frente a un rival que tiene la cabeza puesta en otra cosa y conjuga históricamente deserciones con visas denegadas para entrar a Estados Unidos.

Los cubanos tienen muchos problemas que resolver en cuanto a su nivel

futbolístico, que es lo que nos tiene que ocupar en este espacio. México tiene los suyos, que son diferentes y hoy no parecen existir por el dulce de los resultados, tan adictivo e irresistible.

Uno de ellos es el mostrar la misma seriedad frente a Canadá y Martinica en los siguientes partidos, pese a la distancia que con los dos también tiene.

Los canadienses harán batallar más que el equipo caribeño pero, tras lo mostrado en su primer partido, tampoco tiene muchos elementos para poner en peligro al Tricolor.

Resuelto el posible exceso de confianza, habrá que atender las indeseables lesiones que se puedan agregar a las ya existentes.

Con equipos contra los que se opone tan distinto tamaño y otros contra los que existe una rivalidad innegable, hay que cuidar lo máximo el contacto físico, los roces excesivos y las entradas peligrosas.

Todo eso lo tiene el Tri en las alforjas. Sabe lo que hace, como lo hace y cuando lo hace.

El verdadero problema de México, mas allá de algún accidente de los que tiene el futbol, tiene un diagnóstico repetido durante la historia y retomado por Martino: el lugar donde pone la vista.

Aunque sea tedioso enfrentar a Cuba, Martinica, Haití o la mayoría de los rivales del área, la geografía es irrenunciable y está regida por el lugar en que vivimos y la naturaleza de nuestros vecinos.

Participar en la Copa Oro es obligatorio y hará crecer también a los demás.

Pero el ojo tiene que estar puesto en ambiciones más altas que ganarla.

Ante la dificultad de volver a la Copa América y de que los clubes mexicanos se inscriban de nuevo a la Libertadores, la búsqueda de crecimiento tiene que buscar otros caminos: producir más jugadores, exportarlos para que eleven su nivel, elegir adversarios de gran calado para todos los amistosos posibles, echar otra mirada a las selecciones con límite de edad para favorecer más los procesos.

Para que nos toque ver a una mejor Selección Mexicana hay que elevar en lo posible el entorno en que se mueve y los adversarios con que se mide.

La congruencia de Gerardo Martino merece aplauso, pero también apoyo absoluto. Compartir su visión.

No es arruinarle la fiesta a Antuna, a los siete goles o al ánimo del Tricolor en la Copa Oro.

Es darle el tamaño que tiene a un adversario incapacitado para consagrar cualquier actuación.

 
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