Hay que sembrar

Mario Castillejos
en CANCHA


A todos aquellos que al igual que mi padre promovió a finales de los 50 y principios de los 60 lo que ahora conocemos como "el espectáculo del futbol", me atrevo a honrar su visión con esta fábula:
 
En un oasis escondido en medio del desierto, se encontraba el viejo Eliahu de rodillas a un costado de algunas palmeras datileras. Su vecino Hakim se detuvo a abrevar sus camellos y lo

vio transpirando, mientras parecía cavar en la arena.

"¡Qué tal, anciano!", le dijo Hakim.

"Muy bien", contestó Eliahu, sin dejar su tarea.

"¿Qué haces aquí con este calor y esa pala en las manos?".

"Siembro dátiles", contestó el viejo.

"¡Dátiles!", repitió el recién llegado, y cerró los ojos como quien escucha la mayor estupidez.

"El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. Dime, ¿cuántos años tienes?, ¿80?", le preguntó.

"Sí, ¿pero eso qué importa? Mira, amigo, las palmas datileras tardan más de 50 años en crecer y hasta después de ser palmeras adultas estarán en condiciones de dar frutos. Aunque vivas hasta los 100 años, difícilmente podrás llegar a cosechar algo de lo que hoy siembras", le contestó.

"Deja eso y ven conmigo", le dijo Hakim.

"Mira, Hakim, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó con probar esos dátiles. Yo siembro hoy para que otros puedan comer mañana los dátiles que hoy planto, y aunque sólo fuera en honor de aquel desconocido, vale la pena terminar mi tarea".

Hoy, si alguno de esos románticos dirigentes viviera, de seguro compartirían con Luis Miguel Salvador o José González Ornelas los siguientes cuatro acuerdos de vida:
 
1. No supongas. No des nada por supuesto. Si tienes duda, aclárala. Si sospechas, pregunta. Suponer te hace inventar historias increíbles que sólo envenenan tu alma y que no tiene fundamento.

2. Honra tus palabras. Lo que sale de tu boca es lo que eres tú. Si no honras tus palabras, no te estás honrando a ti mismo. Honrar tus palabras es ser coherente con lo que piensas y con lo que haces. Esto te hace auténtico y te hace respetable ante los demás y ante ti mismo.

3. Haz siempre lo mejor que puedas. Si siempre haces lo mejor que puedas, nunca podrás recriminarte nada o arrepentirte de nada.

4) No tomes nada personal. Ni la peor ofensa. Ni el peor desaire. Ni la más grave herida.

Lo escrito, escrito está.

Feliz Navidad.

 
 
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