Protesta desde lo alto

COLABORADOR INVITADO / Olga Trujillo
en CANCHA


La futbolista Ada Hegerberg es de Noruega, el segundo país (solo después de Islandia) donde puede vivirse con mayor equidad entre hombres y mujeres, de acuerdo con el índice de brecha de género del Foro Económico Mundial. Jugar futbol femenil en un país como ése, que además figura por ser el primero en lograr la igualdad salarial entre Selecciones masculinas y femeninas, podría sonar a un suceso

de ensueño para miles de futbolistas de naciones desfavorecidas.

Sin embargo, para Ada, una de las mejores jugadoras del mundo y actual Balón de Oro (sí, a la que le preguntaron si sabía hacer "twerking" cuando subió a recibir el histórico premio en diciembre del año pasado) el tema del salario equitativo no es suficiente y por eso pateó el avispero del futbol al hacerse oficial que renuncia a participar en el Mundial de Francia 2019.

Su poderosa protesta individual, que intenta aliviar de manera estructural las desigualdades laborales que vive su gremio en comparación con el trato que le dan a sus compañeros de profesión, se suma al efecto de la ola de heroicas voces que entre tribunales y huelgas iniciaron movimientos como las jugadoras de Estados Unidos, Dinamarca y quizá pronto de España.

Hay quien dice que las revoluciones comienzan de la parte más baja, sin embargo, Ada se manifestó desde la punta del iceberg.

 
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