Desempeño inestable

Roberto Gómez Junco
en CANCHA


Salta a la vista la diferencia entre el futbol jugado en estos lares y el desplegado en otros.

Con respecto a las mejores Ligas y competencias europeas, es incuestionable el rezago de las nuestras.

En el afán de mejorar valdría la pena desentrañar las causas, más allá de factores como el de raza y alimentación.

Futbolistas emanados de la más alta cultura deportiva,

profesionales a carta cabal durante las 24 horas de los siete días de cada semana, generalmente garantizan un mínimo de rendimiento en cada una de sus actuaciones.

Pueden tener una buena o mala tarde, una regular o brillante noche, pero entre la mejor y peor de sus exhibiciones no hay ni tiene por qué haber demasiada distancia.

El desempeño individual es similar en esencia, muy cercano el de un partido al del anterior y al del siguiente.

Con jugadores de ésos, los de alta competencia, que suelen garantizar ese mínimo de rendimiento en cada una de sus actuaciones, el curso y definición de los partidos quedan supeditados al desempeño colectivo, a la eficiencia que cada equipo alcance en ese renglón, en el cual entra en juego la capacidad de los directores técnicos para "poner a todos a jugar a lo mismo".

En el extremo más alto, están los técnicos que aprovechan a plenitud el material futbolístico con el que cuentan; y en el más bajo quienes lo estropean porque ni siquiera distinguen lo que tienen. Pasando por esa mayoritaria medianía de entrenadores que se limitan a soltar en la cancha a once jugadores que después se dedican a jugar simplemente como les nace.

En el caso de la Final de Copa que hoy se juega en Ciudad Juárez -por recurrir a este ejemplo de atractiva actualidad-, la que está prácticamente garantizada es la buena dirección técnica en ambos lados, pero no así el rendimiento de unos y otros futbolistas.

Tanto la capacidad de Miguel Herrera como la de Gabriel Caballero están por encima de cualquier duda, porque ambos han cubierto con creces el recorrido que como técnico debe cubrirse para dejar plena constancia de la calidad como tal: dirigir a diversos planteles en diferentes circunstancias y con distinto potencial, y en cada ocasión demostrar la capacidad necesaria para plasmar en la cancha el futbol al que como entrenadores aspiran.

Garantizada a grandes rasgos esa buena dirección técnica, es a la inestabilidad en el desempeño de los jugadores a lo que esta noche deben apostarle los Bravos de Juárez ante un América claramente más poderoso.

Solamente con varios de sus futbolistas por abajo de su nivel promedio de juego, abriría el América la verdadera posibilidad de éxito para su meritorio y entusiasmado adversario.

Porque con todos jugando más o menos "normal", la diferencia es mucha.

Ya no digamos jugando a tope.

 
Twitter: @rgomezjunco