Mas que nunca, el sorteo de la Copa del Mundo constituye el primer gran partido del certamen. Va a quitar y a dar puntos.
En la conferencia de prensa del martes pasado, con un gesto intolerante, Joseph Blatter dijo que "no todo mundo puede quedar feliz por ser tal la complejidad de un Mundial".
De acuerdo a un ensayo que hizo la revista británica World Soccer, no hay forma de
quedar bien con nadie.
Por ejemplo, el equipo que en el sorteo ocupe la posición H1, estará cómodo porque le tocará jugar la Primera Fase en tres ciudades bien conectadas por el transporte -Belo Horizonte, Río de Janeiro y Sao Paulo- y en climas templados. Pero al que le corresponda el lugar G1 -¡Lo que es capaz de hacer la suerte!- jugará en el noroeste con dos partidos que arrancan a la una de la tarde en Salvador y Recife y otro a las cuatro en Fortaleza con temperaturas altísimas.
El ganador del Grupo G tendrá que viajar para la Segunda Fase a Porto Alegre, con un riesgo importante de golpe climático, dado que ahí el invierno brasileño sí pega fuerte.
El rival de Brasil en la inauguración (A2) tiene que hacer viajes más largos que los de Homero: de Sao Paulo a Manaus (2 mil 683 kilómetros) para el segundo partido y después a Recife (2 mil 836 kilómetros). Más de 5 mil kilómetros sólo para desahogar la Primera Ronda en un país que tiene tamaño de Continente.
El desplazamiento de los equipos coincide con que muchos de ellos serán seguidos por miles de fanáticos. Ellos también toman aviones y los aeropuertos difícilmente podrán responder a las demandas. Además, los precios los fija la oferta y la demanda. Para el día de la inauguración del certamen, un boleto Río-Sao Paulo cuesta actualmente lo mismo que un pasaje Río-Nueva York. Se estima que algunos precios aéreos se incrementarán hasta en un mil por ciento.
No hablemos aquí de las protestas sociales, la falta de infraestructura en la mayoría de las ciudades sede, el déficit hotelero en el que a precios estratosféricos se consigue un albergue de tres estrellas, la seguridad necesaria para garantizar la calma en la Copa del Mundo y algunos otros bichos que amenazarán los 30 días de estancia de la familia mundial del futbol en Brasil.
Si Sudáfrica ofreció sensibles problemas de diferentes tipos, Brasil implica un nuevo reto que no tiene garantizada una solución sencilla.
FIFA decidió meterse en camisa de 11 varas al elegir a Brasil como sede en 2007 . El futbol cancha puede salir lastimado.
Mañana, la suerte no solo determinará rivales. Pondrá y quitará puntos con el azar de una logística imposible.
fjgonzalez@reforma.com