Restaurar el orgullo

Roberto Gómez Junco
en CANCHA


La Selección Mexicana inició ayer -formalmente y en la cancha- su proceso mundialista rumbo a Qatar 2022.

Al enfrentar a la Selección Chilena, los tricolores pusieron en marcha esa productiva maquinaria cuatrienal que tanto le deja y le da al futbol mexicano.

Más allá del resultado (3-1) y de las enseñanzas que de este partido pueda rescatar Gerardo Martino, con todo lo que envolvió

a esta primera convocatoria de la nueva etapa queda de manifiesto una indispensable tarea pendiente: generar las necesarias condiciones para que resulte lo más atractivo posible ser convocado a la Selección Mexicana para jugar con ella.

Los casos de Carlos Vela y de Jesús Corona (por no mencionar el de Héctor Herrera, de circunstancias muy diferentes) han vuelto a poner en evidencia que no todos los seleccionados sienten ni viven al mismo nivel el privilegio de serlo, el orgullo de vestir la playera tricolor.

Algo comprensible si consideramos los diversos factores: cuántos partidos has jugado con la Selección, si ésos incluyen o no encuentros de copa del mundo y cuántos, en qué club juegas y qué te conviene para consolidarte en él, cuán largo y desgastante es tu traslado, cuáles son tus circunstancias familiares y de tu entorno.

Todo eso, además de lo obvio: cada cabeza es un mundo y cada jugador tiene derecho a vivir y sentir a su manera su propia relación con el Tri.

Siendo tan diversos los factores y tan distintas las circunstancias de cada futbolista, la solución no radica en establecer como obligación ineludible la de responder a los llamados y sancionar a quien no lo haga, sino en crear las condiciones adecuadas para que sea aun más apreciado el privilegio de ser seleccionado nacional.

Con un mejor trato y quizá con mayores incentivos económicos, restaurar y elevar el deseo de pertenecer a la Selección Mexicana, el orgullo de vestir la camiseta del conjunto tricolor en cuanta oportunidad se presente.

Ya es hora... porque se han tardado.

 
 
Twitter: @rgomezjunco