Lo que viene es pasional.
Las opiniones se añaden, contraponen, chocan entre sí.
Desde que el futbol se inventó, tiene sin embargo una contabilidad muy sencilla: gana el que más goles anota.
A partir de esa simplificación máxima, se establecen los enfoques: cómo se gana, por qué se gana, a través de quién se gana y cómo alimenta a los sentidos el resultado en sus números y
en su forma.
¿Merecían clasificar los Tigres a la Liguilla? ¿O Chiapas quedarse en la orilla en el minuto mas extremo del partido que definía todo? Asimismo, ¿merece ir al Mundial la Selección Mexicana después de sus peripecias y decepciones clasificatorias?
Los medios de comunicación hacemos encuestas, vivimos en una comunidad como individuos y ésta última constituye un tema recurrente por donde se camine.
Como quedamos que esto tiene un componente absolutamente emocional, cada quien responde como le ajusta mejor. Muchas veces sin argumentos, teniendo o no un micrófono o un teclado sobre el cual expresar una preferencia.
Pero al final, es un asunto matemático. O más simple todavía: aritmético. Sólo hay que saber sumar y atender la verdad de lo que los números dicen. Si Tigres logró lo necesario para meterse a la Liguilla, el juicio no admite mentira. En el caso de la Selección Nacional, también.
Si sus seguidores están contentos o no con el desempeño de su equipo, estamos hablando de otra cosa. Así como los Tigres están acostumbrados a meterse a la fiesta por la puerta principal -uno de los cuatro primeros lugares de la tabla- México ha conseguido sus boletos mundialistas con angustias pero sin Repesca; en el último momento en varias ocasiones, pero ganando sus partidos en casa o por lo menos no perdiéndolos como ahora sucedió en partidos más amargos que la bilis.
La proyección que se haga sobre el futuro también es otra cosa: para qué le alcanzará a los Tigres frente al líder desgastado por su contribución al Tri o qué sería capaz de lograr éste en una Copa del Mundo si clasifica, es harina de otro costal.
En las encuestas, hay muchas opiniones -aunque no un porcentaje mayoritario- que desean que la Selección se quede en la orilla. Pero la tribuna del Azteca, así como la del Volcán, lucirá seguramente llena para el compromiso en el que con un guiño, la afición está dispuesta a perdonar.
Se interrumpe el torneo para dar paso en el momento más interesante, a otro excepcional y más trascendente.
Si los números alcanzan, avalarán el merecimiento. Menor que el de otros, pero suficiente al fin. No hay por qué enojarnos si podemos resolverlo con una suma.
fjgonzalez@ reforma.com