Pecho a las balas
Darío Verón demostró ayer su entereza profesional en Pumas al dar la cara para hablar del pésimo torneo que ha tenido el equipo, lo que casi lo puso al borde de las lágrimas.
El sentimiento de culpa del capitán felino por el nefasto semestre del club fue tanto, que conforme respondía a los cuestionamientos la expresión en su rostro se fue transformando
hasta tener una cara de tristeza acompañada con unos ojos rojos, rojos, rojos...
Pero ni así Verón se echó para atrás, y contestó cada uno de los cuestionamientos, de buena gana y aceptando todos los errores del equipo.
A ver si después de esta demostración del capitán auriazul, otros jugadores del equipo se contagian un poco y por lo menos ante Cruz Azul muestran algo de vergüenza deportiva, esa que tanto dicen que tienen pero que nada más no se ve dónde, pues parece que cada semana salen a arrastrar los pies... y si están pensando en Javier Cortés, sí, yo también pensé en él.
Que no quede huella, que no...
Y ya que andamos en los rumbos universitarios, les platico que en Pumas, además de trabajar en lo deportivo para darle lucha a Cruz Azul y no hacer otro oso en CU este domingo, en la parte operativa deberán echarle el doble de ganas para borrar las huellas de otro equipo de la UNAM que sí gana.
Hasta ayer en el Estadio Olímpico Universitario todavía se veían en el campo las palabras Pumas y Universidad, pintadas con el motivo de la Semifinal de la Liga Mayor de la ONEFA que jugaron los felinos el sábado pasado.
Para los que no estén tan metidos en el fútbol americano, les cuento que el cuadro de Pumas CU venció a los Linces de la UVM y por quintó año consecutivo se medirá ante los Auténticos Tigres por el título esta noche.
Tras este paréntesis cultural les digo que el club tendrá que aplicarse para borrar todo rastro, pues en caso de que las letras sigan ahí para el domingo, día del juego ante La Máquina, los auriazules se llevarán una bonita multa, la cual sería el broche de oro en este desastroso torneo.
Piden paz, no les dan
Pues ahora sucede que al enfilarse a la Liguilla, los árbitros no sólo necesitaron la "bendición" de Justino Compeán hace unos días en el Centro de Alto Rendimiento o que el ex jugador Jaime Lozano les diera algunos tips de cómo los ven los jugadores ya en partidos tan importantes del torneo.
Como generalmente en la Liguilla los silbantes hacen de las suyas, pues al gremio se le ocurrió la brillante idea de hacer una reunión con los analistas de arbitraje de medios informativos para pedir clemencia.
La idea de quien los juntó, según me dicen, fue en apariencia la de mostrar las mejoras arbitrales, pero cuando comenzaron a profundizar sobre las actuaciones de cada semana, pues cada bando se montó en su macho y, bueno, ya se imaginarán cómo se puso aquello. Los árbitros se aferraron a la idea de que todo está bien y en orden, y claro, minimizando sus errores.
Como en una partida de ajedrez, lo mejor fue quedar tablas y dejarlo para otro día, si es que hay otro día, porque hubo algunos árbitros que todavía no empezaba la tertulia y ya habían puesto cara de pocos amigos por tener que reunirse con quienes les dan de palos a cada jornada.
san.cadilla@reforma.com