No querer y no poder

Francisco Javier González
en CANCHA


Al medio tiempo del partido del sábado cruzó una idea por la cabeza.

Pese a que Rayados tenía hasta ese momento el resultado que necesitaba -el empate a cero le daba el pase a la Final- no lo estaba haciendo como corresponde a un equipo con el plantel que disfruta.

Defendió con perfección pero atacó poco. Cerró los espacios de los atacantes azules, pero no encontró los propios. Y

apagó el juego en aras de cuidar su portería, finalmente defendida por un ser humano que por naturaleza se podía equivocar en cualquier momento.

La segunda mitad, apretada pero con un cambio de escenografía por el gol casi de arranque que obligaba a Rayados a atacar, los sorprendió con una noticia: ya no fueron capaces de inquietar realmente a Jesús Corona. Ya les fue imposible cambiar el chip.

La conclusión es que no se puede ganar un partido grande jugando como equipo chico.

Y entonces por la posición en la Tabla, pero también porque insistió más y mejor, Cruz Azul dio cuenta de Rayados, que habrán anotado en su libreta los motivos por los que no salieron a meterle -o intentarlo- un gol a La Máquina que le obligara a marcar tres.

Lo de anoche fue diferente.

A Pumas se le puede decir que nunca estuvo en el partido, que poner a Malcorra otra vez como lateral izquierdo fue suicida, que Mozo, el orgullo universitario, perdió la cabeza y de remate dejó a su equipo con 10 en pleno naufragio, y que Saldívar se equivocó muchísimo en el momento más importante.

Pero la distancia entre uno y otro fue tan grande, que tenemos que voltear al principio de Peter, que habla de la incompetencia al llegar al siguiente nivel de responsabilidad.

Pumas llegó a ese partido de vuelta con todos los merecimientos. Nadie le regaló nada y dejó fuera a los temibles Tigres.

La calidad de las individualidades del adversario fue demasiada, el peso del Azteca pareció venírseles encima y dieron la impresión de que eran equipos de diferente categoría: el peso completo castigó sin piedad al welter.

América, el equipo más goleador del torneo, se dio un festín de los que no quisiéramos ver en una Semifinal en que los pesos de la balanza deben ser más equilibrados.

Pumas tuvo su noche trágica porque el rival fue mucha pieza, pero debe seguir su proyecto pese a la amargura de la humillación.

Despidiéndonos de los eliminados, Rayados no quiso y Pumas no pudo.

La Final entre Cruz Azul y América era esperada por muchos. Es la revancha, es un choque fenomenal, es la mayor justicia que se le podía hacer a la Tabla de Posiciones. Y debe ser inolvidable.

Han pasado 10 torneos desde aquella Final heroica para las Águilas. Desde entonces en La Noria se está esperando este momento. Van a salir chispas.

 
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