En el umbral

Roberto Gómez Junco
en CANCHA


Hoy sabremos cuál será el primer finalista... y mañana saldrá el segundo.

En el Estadio Azteca, esta noche el Cruz Azul tratará de vencer uno-cero, o por dos o más goles, a un Monterrey que podría arrepentirse de haberlo dejado vivo el pasado miércoles.

Un gol le bastaría al Cruz Azul para instalarse en la Final, pero un gol del Monterrey lo obligaría a meter tres.

Ambos

equipos jugarán -con ese factor en mente- un partido que podría resultar diametralmente opuesto al que con claridad dominó la escuadra norteña en su propia cancha, pero sin reflejarlo a cabalidad en el marcador.

Ya con un finalista reconocido como tal, en esa misma cancha del Azteca mañana se encargarán el América y los Pumas de dirimir cuál será el otro.

Con el 1-1 de la ida el asunto quedó para cualquiera, porque la ligera ventaja americanista implícita en ese marcador podría resultar insuficiente si los segundos 90 minutos se parecen a los primeros, con los Pumas demostrando por enésima ocasión su capacidad para desarrollar un juego colectivo tan eficiente que consigue hacer olvidar la superioridad que éste y otros adversarios exhiben en cuanto a calidad de planteles.

También mañana, unas horas antes pero en otros lares, se jugará una inusitada Final de la Copa Libertadores entre el River Plate y el Boca Juniors... en la cancha del Santiago Bernabéu de Madrid.

De un duelo vergonzosamente "aderezado" por el fanatismo y la barbarie, sólo resta esperar que en la neutral, legendaria y lejana cancha ofrezca el buen futbol que ambos equipos son capaces de desplegar; un futbol acorde con el tamaño de esa Final y con lo que está en juego: la duradera gloria para el vencedor y el prolongado trauma para el vencido.

Congruente con este globalizado pero también enrarecido futbol, en cancha española se verá cuál de los dos argentinos se corona; y entre hoy y mañana, acá en las mexicanas canchas, dos equipos se instalarán en ese umbral del título de la Liga MX que después atravesará solamente uno.

Y ustedes, estimados lectores... ¿a cuál le van?

 
 
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