Llega por fin la esperada Liguilla.
Acusada por muchos de ser el motivo del conformismo de varios de los equipos de la Liga que navegan para llegar aunque sea en octavo sitio.
Pero es también añorada por todos, ya que es ahí donde se juega el mejor futbol del torneo. Es emocionante porque se juega a goles, porque hay que salir a ganar, porque en cada partido se juega la
vida.
Y porque no hay nada como ser campeón.
A esa felicidad futbolera que nos visita cada semestre se añade una más para los capitalinos: el 1-2-3 de sus equipos le puede regalar a alguno de ellos un título cerca de la Navidad. Y además de ello, un buen número de partidos entre el Azteca y Ciudad Universitaria.
Tal vez en otras épocas ver algo similar en la parte alta de la Tabla -tres representantes- era más fácil porque había más equipos.
Pero con el éxodo de Necaxa y Atlante a otros territorios, no ha faltado quien se hizo asiduo a faltar a las finales.
Quien tiene más posibilidades no es algo que deba escribir quien terminó en último lugar de los pronósticos de CANCHA.
Pero como el papel aguanta casi todo y es parte de la naturaleza humana fallar en las quinielas para hacer millonaria a la casa, habremos de apuntar una obviedad: sólo una tragedia vería una Final de vuelta fuera de la Ciudad de México.
Se sabe que con Cruz Azul como líder general, America como el más goleador del certamen y Pumas como el visitante más productivo, hay elementos para considerarlos en serio.
Santos Laguna es la regularidad en persona y campeón defensor; Tigres es el "coco" que vive dentro del ropero y asusta sólo con pensar en él, y Rayados tiene uno de los mejores planteles del País, así como una maldición que quitarse de encima: se ha cansado de perder Finales y sabe que los males no duran 100 años.
Toluca llega perdiendo un gas que pareció a prueba de ponchaduras al inicio de la campaña y Querétaro es la cenicienta cuya carroza no se hizo pedazos ante los embates de Monarcas y Tuzos, inofensivos a la hora buena para corregir su mal torneo en la última semana.
Están los que hicieron lo necesario y más para sentarse a la mesa del banquete.
¡Buen provecho!
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