América es un equipo que de estar acostumbrado a perder mucho hasta hace un par de años se convirtió en otro que gana con más frecuencia que nadie. No es una percepción. Es un dato comprobable.
Sucede que las Águilas juegan hoy un papel importante en decisiones que le interesan mucho al futbol mexicano. Ni más ni menos que son los personajes centrales de la clasificación al Mundial
después de un descarrilamiento espectacular de todo lo que alguna vez tuvo ruedas.
Y también ocurre que en la víspera de la concentración de 10 jugadores de su plantel en el Tri, pierde en conocida historia frente a Alajuelense. Eso hace del Azteca el escenario en el que casi cualquier rival de Concacaf ha ganado últimamente. Imaginemos un reality que podría titularse "Haz posible tu Aztecazo" y en el que los ganadores fuesen cada vez más, y el premio menos excepcional.
Lo caricaturesco de la situación tiene su componente dramático. Si tan mal se ha comportado la Selección y ahora el América, ¿qué haría evitar el pensamiento de que el virus anda suelto?
El análisis es eludido porque no hay ánimo para tomarlo en cuenta. Todo se ha convertido en algo pasional, como es el futbol.
Otro dato certero: todo equipo pierde.
Es la premisa fundamental que debe tener un equipo en la cabeza según escribe en la biografía de su propio liderazgo Bill Walsh en un libro que en inglés se titula "The score takes care of itself". Digno de ser leído, habla del manejo de una franquicia de deporte profesional en las que sus responsables conservan el trabajo minuto a minuto: la supervivencia no dura mucho más que eso si las cosas ruedan mal.
Lo sucedido en el Azteca, cuna de golpes al alma de la afición mexicana en los últimos meses, es un quita risas.
Varios personajes -Ferreti incluido- han asegurado que Nueva Zelanda es un flan y que el problema del Tri vendrá después con la preparación hacia Brasil 2014.
Es como sonreír en un velorio. No hay fuerza moral para pensar que la Selección está salvada. Ya se han minimizado a diferentes rivales que no lo merecían y vinieron a hacerse justicia.
Es vital mantener el equilibrio entre la idea de que las Águilas vienen al rescate con su traje de súper héroes y el temor paralizante que dice que México sufre una amnesia traída de algún lado para que se le olvidara jugar futbol. Ni una cosa ni la otra.
Nunca hay derrotas a tiempo, pero de los tropiezos se aprende algo. Para tomarse en cuenta. Los ticos dejaron un nuevo recado. De sabios será hacerles caso sin perder otra vez la confianza.
fjgonzalez@reforma.com