¿Qué carajos hago aquí?

Félix Fernández
en CANCHA


Si usted ha sido deportista y ha competido de manera más o menos seria, no le voy a preguntar si lo ha experimentado. Más bien le voy a preguntar cuántas veces se ha hecho esta pregunta, en momentos en que la competencia es sumamente adversa: "¿Qué carajos hago aquí?".

Es una sensación inevitable, espantosa, terrible y tan dolorosa, que uno pagaría por abandonar en ese mismo instante. La

pregunta llega durante el partido, antes de finalizar, una vez que el rival nos ha superado ampliamente y ni siquiera hemos sido capaces de competir o de vender cara la derrota. Llega también tras un error de esos que acostumbran llamar erróneamente: "imperdonables" y el público presente aprovecha para emitir un abucheo, cada vez que entramos de nuevo en acción.

"¿Qué carajos hago aquí?" nos preguntamos, ya que es nuestra elección estar en esa actividad y luchar, día con día, para ganar el derecho a ser elegido por un coach o técnico y representar a una institución o equipo en esa competencia. No solamente hubo merecimientos, confianza y capacidad, que en ese momento parece desmoronarse por completo.

Tras la falla grande y evidente, por el cuerpo recorrió una sensación de calor; tras la resignación de que ese día no será posible ni siquiera ser competitivos, nos acecha el desgano... ¿Qué carajos hago aquí?... y lo que parecería una inmensa contradicción se hace presente: "Ojalá ya termine pronto este partido". Sí, porque lo que tantas veces nos ha llenado de placer y de plenitud, hoy es sufrimiento, tanto que preferiríamos estar en medio de una congregación de la Mara Salvatrucha que en esa portería, en esa cancha o en ese estadio.

Y no, no es un día para olvidar. Es una experiencia para tener muy presente, aprender, para disecar y para exprimir, porque en sus entrañas guarda las mejores y más útiles lecciones para reponerse, ir por la revancha, levantarse y evitar de nuevo sentirse así.

Todo grupo, todo deporte y competencia deben tener una visión clara y objetivos. Para ello, el conocimiento de uno mismo, del grupo y de quienes conforman ese grupo, es indispensable. Dentro de los objetivos se contemplan las derrotas, aunque rara vez se visualizan las catástrofes que implican una recuperación diferente, que va mucho más allá de perder por uno o dos goles, por un puntaje corto o una distancia menor.

Decía Sepp Herberger, entrenador alemán que ganó milagrosamente el Mundial de Suiza 1954: "Después del partido es antes del partido, y así constantemente, porque cuando termina un partido hay que pensar en el siguiente". El tema es que como cada partido es diferente, se prepara distinto el siguiente. El grupo es uno, pero cada uno es diferente, por lo que Herberger, tras los ocho goles que recibieron de Hungría en la Fase de Grupos, tuvo que recuperar la confianza en su equipo, a tal grado que fueron capaces de cobrar venganza en la Final 3-2.

Debemos finalizar de la manera más decorosa esas jornadas, sin reacciones de ardor y tener muy claro que las lecciones aprendidas ese día serán fundamentales para, en la medida de lo posible, no pasar de nuevo por esas sensaciones.

 
 
Twitter: @Felixatlante12