Hoy prosigue la Jornada 14, que tiene al Cruz Azul vs. América como el más atractivo de sus partidos.
Una jornada ensombrecida por la vergonzosa actuación de la Selección Mexicana el pasado martes y por las decisiones que obligados por la urgencia se tomaron al respecto.
Después del lastimoso desempeño ante los ticos y del medio boleto increíblemente regalado por la escuadra
estadounidense cuando faltaba minuto y medio para la eliminación del equipo mexicano de la Copa del Mundo de Brasil 2014, es indudable que para los dirigentes era imperativo tomar una decisión radical.
En una situación de crisis aguda, de urgencia, con cuatro semanas disponibles antes del vital doble enfrentamiento con el representativo de Nueva Zelanda, algún riesgo debía correrse en el afán de revertir las cosas, de sacudir al abatido conjunto mexicano que en esta azarosa Eliminatoria Mundialista tan lejos ha estado de reflejar el verdadero nivel de nuestro futbol.
Pero si en cuanto al fondo puede justificarse la decisión de prescindir de los servicios de Víctor Manuel Vucetich, lo lamentable volvió a ser la forma.
Para variar, además, la reacción vino a destiempo. Si Vucetich no es el indicado para solucionar las cosas ante los neozelandeses, es porque tampoco lo era para encarar los cruciales compromisos ante las escuadras de Panamá y de Costa Rica.
Como confundieron merecimientos con necesidades, quienes deciden optaron por el técnico que en ese momento más merecía el privilegio de dirigir a la Selección, pero no por quien más pudiera servirle a ésta en sus apremiantes circunstancias.
Ahora, con Miguel Herrera como apuesta, quizá arriesgada pero también necesaria, y en fechas previstas para iniciar la Liguilla en el torneo interno, lo que terminará será el atropellado camino eliminatorio, no se sabe si con la obtención o no del ansiado boleto.
Si se obtiene, se contaría con siete meses para ir restañando heridas y para así aspirar a una actuación decorosa en Brasil. Y quedando eliminados, ni siquiera podría aspirarse a la urgente sacudida y renovación del futbol mexicano, a los cambios de fondo que requiere.
Porque muchos de los improvisados dirigentes de nuestro futbol, por desgracia, hasta la saciedad han demostrado que ni descomponiendo ni echando a perder aprenden.
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