De la chispa de la pasión a la del fanatismo criminal

Félix Fernández
en CANCHA


"Tan pronto se enciende la chispa de la pasión, que prende primero en uno de estos elementos y se extiende después a los demás, y tan pronto electriza a esta masa confusa, se produce una especie de súbita organización, como por generación espontánea. Lo que era incoherencia se torna cohesión, lo que era ruido pasa a ser voz, y los miles de hombres que se han apiñado y están juntos, bien pronto

conforman un único animal, una bestia salvaje e innominada, que avanza hacia su meta con una determinación irresistible. Es posible que la mayoría de estos hombres se hayan congregado por pura casualidad, pero la fiebre de algunos alcanza las mentes de todos, y en todos ellos surge un delirio que alcanza cotas muy elevadas. El hombre que acudió corriendo para impedir el asesinato de un inocente es el primero que se contagia de las intenciones homicidas; además, ni siquiera se le pasa por la cabeza que eso pueda ser motivo de asombro". Gabriel Tarde, sociólogo francés, en "The penal philosophy", 1912.

¿Recuerda usted los linchamientos a tres policías federales en San Juan Ixtayopan, Tláhuac, en Noviembre de 2004? Bastó que los policías fueran sorprendidos afuera de una escuela, para que surgiera el rumor de que se trataba de secuestradores y, en poco tiempo, 300 pobladores iniciaran un linchamiento sin verificar la identidad de las víctimas. No solamente les golpearon, sino les prendieron fuego. Dos de ellos murieron. Nadie se apiadó de los policías inocentes ni los defendió; por el contrario, la turba se tranquilizó hasta que los cuerpos ardían.

El pasado 23 de septiembre un efecto similar se apoderó de un numeroso grupo de "barristas" rayados, previo al Clásico entre Tigres y Monterrey. Usted sabe y ha visto lo que sucedió cuando lograron atrapar a Rodolfo Manuel Palomo, de 21 años, a quien golpearon hasta el cansancio, desnudaron, "picaron" con una botella rota y abandonaron en estado muy grave. Ellos no sabían si lo mataron, sólo le golpearon mientras pudieron.

Son escenas tumultuarias que a lo lejos son incomprensibles y, como podemos leer en la cita póstuma de Gabriel Tarde, no son nada nuevas.

En estos últimos días los habitantes de la ciudad de Chicago se encuentran aterrados: un hombre alto y delgado, con un pasamontañas, ha asesinado sin motivo alguno a dos personas de un tiro en la cabeza en la calle. No existe ninguna relación entre los ejecutados y al parecer los ha elegido al azar.

¿Qué diferencia existe entre el linchamiento de los policías, la golpiza indiscriminada al joven Palomo de Tigres y el asesino en serie de Chicago? Únicamente la premeditación en el caso del asesino de Illinois. Nada más. Comportarnos como criminales con el pretexto del contagio o la imitación nos hace igualmente culpables, irracionales y delincuentes, ya sea si se trata de un linchamiento o el saqueo de un supermercado durante una protesta en la que cientos hacen lo mismo, como en enero de 2017 con el "Gasolinazo" en México.

En el 2008, cuatro años más tarde de los linchamientos de Tláhuac, 10 personas fueron condenadas a 46 años de prisión y en el 2011 una pareja sentenciada como autores intelectuales por el mismo delito. Por lo menos hubo castigo.

En Monterrey no hubo hombres que corrieron para impedir el "asesinato" de Palomo, pero sí muchos que se contagiaron de las intenciones homicidas y que, afortunadamente, poco a poco van cayendo en manos de la justicia para ser procesados como lo que son: asesinos potenciales. Es la chispa del fanatismo que no enciende una pasión, sino un instinto estúpidamente criminal.

 
 
Twitter: @FELIXATLANTE12