¿Qué hacer?

Francisco Javier González
en CANCHA


¿Qué se vayan todos?

Que renuncie Justino por dignidad.

Que Héctor se vaya.

Que cambien a Vucetich.

Que no quede títere con cabeza incluyendo a los futbolistas.

La sensación que dejó México en su partido del martes es comparable a la misma que experimentamos en los peores días: El ridículo en Puerto Príncipe, la decepción de Tegucigalpa, la vergüenza de los

cachirules. La goliza de 6-0 frente a Alemania en el 78.

Eran las épocas de los auténticos ratones verdes según los bautizó la puntillosa pluma de Manuel Seyde, uno de los cronistas más destacados de esos tiempos.

Hoy nos dan ganas de llamarlos igual. Y que todo hay que tirarlo a la basura sin contemplación.

El Tri ha sido exhibido de la manera más cruel posible y debido a sus propias limitaciones.

Jugadores que respondían hoy no tienen reacción. Los que driblaban hoy no engañan ni a su conciencia, los veloces actúan en cámara lenta y los goleadores no encuentran la puerta ni con un GPS.

¿En qué momento y por qué se perdió el nivel que ya se había alcanzado? ¿Qué se debe hacer ahora para rescatar lo que durante varios minutos del martes parecía decididamente perdido?

El futbol mexicano, como todos los del mundo, tiene virtudes y enfermedades. Estas últimas se tornan más graves en tiempos como este. Las virtudes se ocultan tras la palabra fracaso, amenazadas seriamente por la anemia y amnesia que durante todo este año atacaron al seleccionado.

Entre lo urgente y lo importante prevalece lo primero. Hay goteras que tapar, pero el cuarto de máquinas se está incendiando. Es imperativo apagar el fuego y luego componer lo demás pese al deseo de algunos de dejar quemar por completo la casa aunque no haya sobrevivientes. Es ahí donde hay que parar el carro.

La Selección es bastante mejor que el esperpento visible el día de hoy.

Pero le hace falta un gurú que sepa decir la palabra justa y tomar la decisión correcta para revertir una inercia alarmante.

¿Fue alguien a espiar en su último par de encuentros formales a Nueva Zelanda? ¿Se ha contemplado el menor detalle logístico para el viaje sin perder tiempo de aclimatación? ¿Tiene Vucetich la idea clara de quién funciona bajo la presión de una Eliminatoria?

El análisis tiene que ser rápido y certero. El destino le da al Tri una nueva oportunidad.

Quienes mandan se están comunicando para tomar decisiones que pueden ser de cualquier índole.

Que impere la neurona sobre los ácidos gástricos. Que alguien tenga el juicio claro.

Sabemos que la Selección nos tiene enojados. Pero el que se enoja, pierde.

 
 
fjgonzalez@reforma.com