Vuelve a rugir

Rafael Alarcón
en CANCHA


"Lo logramos, lo logramos".

Tiger Woods, tras su triunfo del domingo
 
 
Sin duda, fue increíble ver el triunfo de Tiger Woods el domingo.

Tanto para los que lo adoran como para los "anti-Tiger", ya se nos había olvidado la potencia que tiene sobre el medio el mejor jugador de los tiempos modernos. Algunos podríamos haber pensado y apostado que triunfaría la

semana pasada, sin embargo también había dudas en su habilidad para cerrar, porque repetidamente daba muestras de poder estar en la pelea, pero no de convertir a favor los momentos definitorios.

La semana pasada pudo al fin acomodar todas las piezas y volver a ganar después de cinco años. Se podría haber pensado que pronto ganaría, primero por esa enorme capacidad que ha mostrado como golfista y su fortaleza como deportista, y porque los tres últimos meses su juego tomó forma. Poco a poco su swing fue entrando a tono y sincronía, y aunque jugaba irregular, seguía siendo víctima de los errores propios de haber estado fuera de las competencias por más de dos años.

En el último torneo de la FedEx Cup estaba en juego la repartición de los 10 millones al campeón de los cuatro torneos, algo que para Tiger era ya muy remoto alcanzar. Para él, la meta era darle la vuelta a tanta adversidad vivida en los últimos años y volver a ganar. La perdida de rumbo como persona de familia, las serias lesiones en la rodilla y espalda, y el abuso de substancias para combatir los dolores, lo pusieron muy cerca de la posibilidad de nunca más volver a jugar buen golf, y si había alguien sobre quien pesaba el escenario, era el mismo Tiger.

Tiger es muy disciplinado y estudioso de la biomecánica del swing y tuvo que volver a hacer su movimiento para cuidar su espalda.

La clave fue volver a hacer un swing más natural y con menor velocidad en la transición entre el backswing y la terminación, y poco a poco empezó a pegar a la bola con efecto fade y draw (a la derecha e izquierda) de forma controlada, eso le permitió volver a ser versátil y creativo como al principio de su carrera.

En Atlanta, Georgia se fue de líder desde el primer día y sólo en pocos momentos fue alcanzado, la diferencia fue al principio de la tercera ronda cuando se despegó haciendo seis birdies en los primeros siete hoyos para cerrar con tres de ventaja.

En la ronda final los rivales jugaron como sabiendo que el momento de Tiger había llegado y como fue en épocas de antes, se derrumbaron para dejarle una cómoda ventaja de hasta cinco golpes faltando cinco hoyos por jugar.

Su triunfo dejó claro la pasión que genera quien lleva 80 torneos ganados en el PGA Tour no tiene comparación con algún otro jugador en tiempos de hoy, las galerías se duplicaron para la ronda final en el campo de East Lake y en el hoyo final invadieron el fairway para estar cerca de uno de los momentos más históricos del deporte.

Hasta otros jugadores se quedaron para ver y felicitar a Tiger por hacer rugir el golf de esa forma.

Hasta el próximo green.

 
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