De poder a no poder

Francisco Javier González
en CANCHA


Como este no es un espacio dedicado al boxeo, por muy apasionante que haya sido la pelea del sábado, sólo lo utilizaremos para poner un ejemplo.

Lo maravilloso del polémico combate en Las Vegas lo hizo la combinación.

Los nombres de Saúl Álvarez y Gennady Golovkin se complementaron por su poder, antecedentes y calidad para lograr la magia: verlos juntos en un cuadrilátero ayudaba a

alimentar una expectativa que duró varios meses y que terminó siendo correspondida.

Haciendo un símil con nuestro torneo de Liga, cabe hacer la pregunta ¿Cuántas combinaciones en el calendario logran ser atractivas para que el aficionado se sienta deseoso de asistir, ver o estar pendiente de un duelo al menos durante los días más cercanos al enfrentamiento?

Hagamos los colores a un lado. Las aficiones de Atlas, Puebla, Querétaro, Veracruz, Monarcas o Lobos BUAP tendrán sus muy particulares motivos que les harán decidir por qué apoyan a su respectivo equipo. Pero para la afición en general y el prestigio de la Liga, pocas veces hacen atractivas la combinación con cualquier adversario. Es decir, que salvo cuando reciben a los equipos poderosos del circuito, el imán taquillero que logran es de números rojos.

Está claro que en ninguna parte del mundo todos los equipos son fuertes, pero en la medida que exista un mayor compromiso de inversión, solidez y calidad, más atractivo será su desarrollo.

Todo esto viene a cuento porque para hacer más fuerte la Liga MX, es necesario que la mayor cantidad de equipos sean atractivos y ayuden a los populares a cargar el peso.

Ya sabemos que Cruz Azul, Pumas, América, Toluca, Tigres, Monterrey y Santos tienen presupuesto y plantel para aspirar siempre a los lugares de importancia. Y que cuando son visitantes, le ayudan a cualquier anfitrión al magnetismo en la taquilla y en la atención mediática.

Cualquier combinación entre ellos resulta apetitosa porque como Canelo y Golovkin tienen poder, antecedentes y calidad.

Pero les faltan socios filosóficos: franquicias que piensen en lo mismo y lo puedan ejecutar.

Alguna vez en el beisbol mexicano se pensó en un modelo de taquillas compartidas. Es decir, los ingresos se dividirían a partes iguales entre el local y el visitante. Con ello, se obligaría a todos los equipos a brindar el mejor espectáculo posible y a no recargar sus ingresos en las visitas de los taquilleros que no recibirían a cambio la misma moneda.

La idea no prosperó pero tenía una idea utópica y simple: evitar las combinaciones que no atrajeran a nadie.

La pelea sabatina nos hizo suspirar por aquella fórmula en que las obligaciones de la cartelera se repartieran en partes similares.

 
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