Noventa minutos para oxigenarse

Javier Alarcón
en CANCHA


Como caminando por la cuerda del equilibrista saltarán a la cancha los jugadores mexicanos para intentar poner en orden la historia.

Está vez la evaluación más importante tiene que ver con el temple. Sentirán otra vez ese pasto en el que no han podido ganar en esta definitiva etapa: la puesta en escena podría variar un poco, pero no demasiado, hay nuevos actores pero muchos que no

pudieron hacer trascendente el Azteca permanecen.

Y enfrente veremos a los panameños, salerosos y seguros de que, los resultados que les han favorecido todo el año en enfrentamientos directos, no han sido obra de la casualidad.

Donde sí hay novedad es en el director de escena que dirigirá la obra para México. Muy conocido ya, y desdoblado, el perfil sereno y estilo equilibrado de Víctor Manuel Vucetich. Sabe que lo más importante es el intentar recuperar anímicamente a jugadores que terminaron por equivocarse hasta en lo elemental, en lo que dominan técnica y tácticamente, un recorrido, un pase corto, una jugada a profundidad que nunca prosperó, una mala cobertura atrás que trajo un gol, una intervención del portero Jesús Corona, segurísimo normalmente, pero contagiado también al final de esa epidemia de pérdida de autoestima.

Con esos antecedentes, antes que exigirles un gol de arranque, hay que pedirles que se estabilicen durante los primeros 15 minutos, que aseguren la firmeza de sus pasos con el correr del reloj y que entiendan que con un gol es suficiente para dar vuelta a la página.

Cuando el margen de error es cero, más vale exagerar en la recuperación de posiciones, en el dos contra uno, en la marca, en el desgaste físico para colocar a los volantes de inmediato en posición defensiva.

Paulatinamente, México debería pisar territorio panameño con frecuencia y encontrar los cambios de ritmo y variantes que le den la sorpresa al ataque mexicano que se esfumó los últimos juegos como local.

Ya veremos qué tan paciente es el público, pero se ocupa que apoyen o que por lo menos no presionen y juzguen prematuramente.

¡Qué curioso y dramático! Un partido que no debería tener ningún chiste nos tiene con los pelos de punta y rezándole al Corcovado.

 
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