Qué momento tan azul

Francisco Javier González
en CANCHA


En muchos momentos de los años más recientes y de otros más lejanos se ha atribuido la mala fortuna de Cruz Azul a su estado de ánimo.

La leyenda dice que no ha ganado títulos al alcance de su mano y que se le han escapado en el último instante porque mentalmente no ha estado preparado para ello.

El inicio del torneo muestra sin embargo a una Máquina diferente, por lo menos en

percepción a la antes descrita. Esta se crece al castigo, responde con fuerza aunque tenga un hombre menos, aunque vaya perdiendo el partido como la semana pasada en Tijuana y rescata resultados en el último minuto.

Por supuesto que no solamente es el aspecto anímico el que motiva el cambio. Hay una serie de razones adicionales igualmente importantes.

Una de ellas es que se contrató a tiempo y se contrató bien. Otra es que Caixinha, de quienes algunos exigían su cese al término de la temporada anterior, tiene continuidad con un plantel bien puesto. Y otra, que Ricardo Peláez contribuye con lo que le toca a ponerle orden a las cosas. Lo demás, sigue igual.

Tampoco es asunto menor lo que ya tenía: una directiva que invierte, una tradición de equipo grande avalado por una enorme historia y una popularidad que le hace uno de los cuatro clubes de mayor arrastre en el País.

El futbol es veleidoso y la suerte puede cambiarle a cualquier equipo en este mismo instante. Pero además de los puntos sumados, de no haber recibido más que un gol, de las grandes entradas en el Azteca y de su juego que se consolida más a cada partido, sí hay una razón que puede marcar un punto de inflexión: la de la autoestima reparada, la moral distinta y la confianza en el plantel de que esta vez están listos para lograr grandes cosas.

No existe en Cruz Azul ningún logro puntual. Eso tendrá que suceder cuando llegue la hora de pelear la Liguilla y los títulos. Pero sus refuerzos funcionan desde el primer día, las promesas -como Alvarado- se convierten en realidad y la tribuna, paciente con su equipo durante largos años, recibe recompensas que alegran sus sentidos.

Por lo pronto, es un equipo al que da gusto ver jugar. Que a media semana vuelve a ser local frente a un Toluca también de buenos bigotes y que parece igualmente apuntado en la lista de contendientes.

El torneo va recolectando nombres como los de Cementeros y Diablos cuando aunque sea temprano, está por cubrir la tercera parte de su calendario regular.

Cinco semanas de haber salido del arrancadero ya dan elementos para visualizar lo que sigue. Y nadie hasta ahora lo ha hecho de manera tan satisfactoria como La Máquina, que parece creer en sí misma después de largos tiempos de pesimismo.

 
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