Triste Desigualdad

Francisco Javier González
en CANCHA


Es imposible saber si Juan Carlos Ortega es el técnico que necesita el Guadalajara no sólo para terminar el actual torneo sino para iniciar el que sigue de acuerdo a la promesa de Jorge Vergara.

Han sido tantas y muchas de ellas tan fallidas, tan frágiles, que es mejor esperar acontecimientos.

Pero lo que dice el responsable deportivo del Guadalajara, a reserva de demostrar si

podrá ser tan buen director técnico como se ha desempeñado como entrenador, es la verdad que revela todo: su equipo está en construcción, mientras que América es una obra terminada con todo y acabados de lujo.

Parecería mentira que después de más de una década bajo la tutela de Vergara, Chivas no esté totalmente construido como equipo. Pero así sucede por dos cosas. La primera, que Chivas ha sido construido y demolido varias veces en los últimos tiempos con una serie de decisiones que no obedecen a una filosofía clara, sino a las urgencias de cada momento. A veces con refuerzos, en otras son ellos. Con entrenadores que se han sucedido unos a otros con perfiles personales y futbolísticos totalmente desasociados. Con directores deportivos que también alcanzarían para poner una botica. Hasta con un anaquel de productos holandeses ya caducos.

Mucha información en poco tiempo para un plantel desmotivado y confundido.

La segunda, que así pasa con los equipos de futbol: tienen buenas y malas. Lo importante es que aquellas sean largas y las segundas excepcionales.

América mismo, hace año y medio, se debatía sobre sus propias decisiones. En el cercano 2008 fue último lugar general. Hoy luce impecable y casi imbatible porque un día se corrigió todo con una decisión a ojos vista feliz: la inclusión de Yon de Luisa primero y José Romano después, con el acierto deportivo de cederle el volante a Ricardo Peláez y Miguel Herrera. Chivas requeriría repasar sus momentos más felices para recordar qué bases construyeron la etapa más exitosa de la era Vergara -sí que la hubo- y rescatar las bases de una filosofía que terminó siendo un licuado.

No se siente en el ánimo que esta sea semana de Clásico. Sucede porque se evoca la nostalgia más que el valor competitivo de ambos en el momento presente. Para bailar un tango se necesitan dos y por ahora sólo parece haber uno capaz de danzar.

Lo mejor del deporte es que desafía constantemente a la lógica. De ahí se tienen que asir una Chivas que el futbol mexicano deben recuperarse y volver a ser lo que hoy ya no son.

 
 
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