Por el juego

Roberto Gómez Junco
en CANCHA


Las camisetas se han vuelto cada vez más transitorias en el futbol.

En dos sentidos, porque por lo menos una vez al año cambian los diseños, los tonos o incluso los colores; y porque son muy pocos los futbolistas que defienden la misma playera por un tiempo prolongado.

Aquellos que permanecen un buen rato en el mismo equipo, sólo van cambiando su modelito de camiseta en aras de la

mercadotecnia, como un ingrediente más del suculento negocio alrededor de este juego-deporte-espectáculo.

Ese cambio es mucho más drástico, sin embargo, para quienes van de un equipo a otro; porque además de portar otra playera cambian de compañeros, de técnico, de sistema de juego, de seguidores, de entorno, de ciudad o de país.

No cualquiera sale airoso de tales cambios sin ver afectado el propio rendimiento; y tantos movimientos van en detrimento de la identidad entre cada futbolista y el respectivo equipo.

Si antaño casos como el de la permanencia de Pelé en el Santos eran la norma, hoy el de Messi con el Barcelona es una de las excepciones.

El jugador es menos identificado con su equipo, no fortalece lo suficiente sus nexos con el club al que defiende y representa en la cancha; y tantos cambios suelen inhibir su pleno florecimiento como futbolista.

Esa excesiva itinerancia obliga al jugador de la actualidad a plantearse consigo mismo otro compromiso: si no llega a identificarse tanto con el equipo en el que juega, no dejar nunca de identificarse a plenitud con el juego mismo.

Encariñado en mayor o menor medida con determinados colores, nunca olvidarse de darlo todo por amor al juego. Un amor que, además, suele ser muy bien correspondido.

Defender con dignidad la playera; pero sobre todo, respetar al futbol por lo que en sí mismo implica.

Que todo sea por el juego.

 
 
Twitter: @rgomezjunco