Para Rafael Márquez inicia una nueva etapa.
Después de su larga y brillante trayectoria como futbolista (con varios títulos, diversos logros nacionales e internacionales, y nada más y nada menos que CINCO copas del mundo incluidas), el histórico defensa central mexicano incursiona como dirigente y se estrena como presidente deportivo del Atlas, el club en el que nació como jugador de
Primera División hace más de veinte años.
Mientras sigue su curso el tantas veces mencionado proceso abierto en su contra por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, Márquez inicia esta gestión como dirigente atlista, puesto para el que en teoría cumple con el mejor perfil posible; simple y sencillamente, por lo que su imagen representa para este equipo.
Como el rol de jugador es muy distinto al rol de dirigente, no sabemos cuáles sean específicamente las cualidades que a Márquez lo avalen para aspirar a desempeñar con éxito esta nueva tarea; pero si alguien se merece "el beneficio de la duda" es él, por esas otras cualidades que sí supo esgrimir y enarbolar como muy pocos lo hacen en la cancha.
Hablando de roles, en su presentación el flamante dirigente declaró, entre otras cosas, que había preferido aceptar este reto, el de seguir "comprometido" con el futbol, el de seguir trabajando a favor del mismo, en lugar de optar por "lo más cómodo": dedicarse a ser comentarista, con lo fácil que resulta "nada más criticar".
Muy cómodo si sabes hablar, por supuesto; porque si no, debe ser incomodísimo.
En realidad, en cualquier rol que juegues te sentirás más cómodo, más a gusto, en la medida en que mejor lo desempeñes.
Ciertamente, el haber sido un gran futbolista no te garantiza para nada ser buen comentarista, ni buen director técnico ni destacado dirigente.
Como cada rol es diferente, queda en Rafael Márquez demostrar que para desempeñar éste cuenta con la capacidad necesaria, como en la cancha la tuvo de sobra.
Para beneficio del Atlas, ojalá que así sea.
Twitter: @rgomezjunco
