¿Cuánto perderían quiénes, o dejarían de ganar, cómo y por qué?
¿En qué condiciones quedaría con dicha eliminación esa magnífica y tantas veces exprimida gallina de los balones de oro?
En aras de salvar al barco tricolor, ¿cuántos futbolistas naturalizados sería bueno utilizar en el partido del 11 de octubre contra el representativo de Panamá y en el del 15 contra la escuadra de
Costa Rica?
¿Uno, dos, tres, más si son necesarios, añadiendo a los que ya están convocados a jugadores como Antonio Naelson "Sinha", Daniel Ludueña, Leandro Augusto, Alfredo Moreno, Luis Gabriel Rey, Federico Vilar y Matías Vuoso?
¿Habrá tiempo de convencerlos primero y después de arreglar los papeles de jugadores como Danilinho, Gandolfi, Cufré o Pellerano?
¿Sería discriminatorio prescindir de jugadores naturalizados en una Selección Nacional de futbol, o reglamentar el asunto para establecer cuáles serían elegibles y cuáles no?
¿Valdría la pena echar mano de los mexicanos que juegan en Europa, o sería mejor trabajar lo que se pueda con los de aquí para resolver exclusivamente con ellos el problema?
¿Cómo atinarle al elegir a los 11 jugadores titulares idóneos para encarar los cruciales compromisos?
¿Cómo acertar al definir no sólo quiénes son los que mejor están jugando, sino quiénes serían más capaces de rendir adecuadamente bajo la tremenda presión que se vivirá en esos partidos?
¿Qué tanto estará preguntándose Víctor Manuel Vucetich y cómo irá despejando sus propias interrogantes?
¿Le añadirá este gran director técnico el más importante de los triunfos a su ya de por sí brillante trayectoria?
¿Se instalará en Brasil pasando por la vía neozelandesa?
Y ustedes, queridas lectoras y estimados lectores... ¿qué tantas preguntas se hacen con respecto a la Selección Mexicana?
¿Y con respecto a todo lo demás?
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