Examen alemán

Roberto Gómez Junco
en CANCHA


A unas cuantas horas está "el momento de la verdad" para la Selección Mexicana.

Mañana, en el estadio de Moscú, los tricolores se presentarán en esta Copa del Mundo para encarar el compromiso que, en teoría, se ve como el más difícil de todos.

Para que en la práctica no lo sea tanto, los magníficos futbolistas con los que cuenta "el equipo de todos" deberán jugar como en términos

generales no lo han hecho durante más de dos años... o esperar que los alemanes jueguen muy abajo de como suelen hacerlo.

En un equipo del que desde hace mucho tiempo sólo se ha podido vislumbrar a cuatro o cinco de sus jugadores titulares, finalmente se sabrá cuáles son los otros seis o siete, de acuerdo, por supuesto, a la percepción de quien así lo decide.

Sin embargo, encontrar la alineación idónea no sirve de gran cosa si esos 11 jugadores no son puestos juntos en la cancha durante el tiempo necesario para alcanzar la suficiente eficiencia colectiva.

Sólo resta esperar que con los tricolores suceda lo que muchas veces pasa en el futbol: que como por arte de magia, de la noche a la mañana, en la cancha se conecten instintivamente las grandes individualidades para escalar a un desempeño colectivo superior al exhibido en anteriores ocasiones.

Si lograran jugar más o menos como lo hicieron hace buen rato durante 60 minutos ante los uruguayos, o durante 45 ante los estadounidenses, o durante algunos lapsos ante los belgas, contarían con buenas probabilidades de oponerle algo de resistencia al poderoso cuadro alemán.

Pero con una oncena seguramente inédita, por lo menos en teoría las herramientas colectivas no parecen ser las indispensables para presentar esta crucial prueba.

Un durísimo examen alemán que sólo con un futbol que raye en la perfección podrá ser verdaderamente aprobado.

A ver si a pesar de los pesares lo juegan... y jugándolo aprueban.

 
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