Mañana empieza el verdadero juego.
Mientras las Chivas siguen con sus borlotes y los tricolores primero con sus fiestas y después con sus explicaciones, en los rusos lares inicia el máximo evento futbolístico de cada cuatro años.
Un torneo al que cuatro grandes Selecciones parecen llegar como claras favoritas, en el orden que cada quien guste ponerlas: Alemania, Francia, España y
Brasil.
Después, están aquellas escuadras que aspiran a convertirse en ese sorprendente competidor capaz de pelearle a cualquiera y por lo tanto aspirar a lo más alto: las de Bélgica, Inglaterra, Croacia, Suiza, Argentina, Portugal, Uruguay.
En una tercera categoría podríamos ubicar a los equipos para los que asomarse a las Semifinales sería desde lo abiertamente sorpresivo hasta lo francamente milagroso: Colombia, Perú, Dinamarca, Serbia, Islandia, Polonia, Suecia, Costa Rica, México, Panamá, Australia, Rusia... o algún africano o asiático.
Cada equipo con sus propias herramientas y sus más o menos sustentados o de plano guajiros sueños, y cada jugador con sus particulares anhelos, tratarán de sacarle el mayor jugo posible a la incomparable oportunidad que el democrático futbol le brinda solamente a unos cuantos.
Una Copa del Mundo que cada cuatro años se convierte en la fiesta de todos durante un mes (a lo largo, ancho y redondo del Planeta), aunque sean muy pocos quienes cuentan con el privilegio de asistir de cerca a sus principales momentos, a ésos que se viven en la cancha.
Si algunos llegan con buenas probabilidades de éxito gracias al buen trabajo realizado, otros contarán con la oportunidad de brillar a pesar del malo.
A partir de mañana, veremos cuáles selecciones son las que mejor futbol despliegan y más convincentes argumentos esgrimen en cada una de esas rusas y mundialistas canchas.
Una fiesta de todos que otorga un título de campeón al que pueden aspirar muy pocos.
Y ustedes, estimados lectores... ¿a quién le van?
¿Y además?
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