Atlante: A 25 años de nuestra segunda estrella

Félix Fernández
en CANCHA


¿Por dónde empiezo: por el maravilloso recuerdo que tenemos los atlantistas del 29 de mayo de 1993, o por la actualidad de nuestro equipo 25 años más tarde?

Sí, el aniversario de plata por aquella segunda estrella (de las 3 que ha ganado el Atlante) se cumplió el 29 de mayo. Desde entonces, no es secreto para nadie, los momentos de esta institución con 102 años de vida, han sido

abrumadoramente más dolorosos que placenteros.

Nada nuevo, nada desconocido, nada que no contemple nuestro instructivo atlantista, salvo el abandono.

Todo lo contrario sucedía en 1993, porque la austeridad nos identificó y nos hermanó. ¿Maldecimos el presente de nuestro equipo o agradecemos el pasado? Un poco de los 2, de otra manera no seríamos el Atlante. Separar el pasado del presente puede resultar ventajoso pero es, hasta cierto punto, irresponsable. Porque las penas de hoy se sufren bajo el mismo escudo que hace 25 años presumíamos, y la tristeza del 2018 viste los mismos colores que la euforia vivida en el 93. Nos reinventamos y nos autodestruimos, esa es nuestra naturaleza y estamos dispuestos a continuar mientras exista un mínimo aliento.

Éramos la austeridad y hoy somos el olvido... éramos la hermandad y hoy somos la dispersión... éramos el orgullo y hoy somos el recuerdo... éramos el ejemplo y hoy somos la vergüenza... éramos la envidia y hoy somos una lástima.

Al final del día me siento un privilegiado, porque formé parte de una generación que me dio identidad y me enseñó lo mucho que se puede lograr con muy poco, cuando existe determinación, voluntad, deseo y convencimiento. Más tarde reparé que no era la generación, que era el equipo, la institución y los colores.

Celebro y no lamento, agradezco y no maldigo, aprendo y no desecho, comparto y no retengo el gran honor que ha sido para mí formar parte de un grupo tan selecto como auténtico.

Ser una especie en vías de extinción genera ternura y ya no burla, reconocimiento y ya no agresión, respeto y ya no golpes una vez caídos. Pero, a diferencia de la fauna, nosotros no provocamos el deseo de ser protegidos, porque es única y exclusivamente responsabilidad nuestra sobrevivir tras el daño que nos ha causado nuestro propio dueño.

Cuando los torneos eran largos, cuando Pachuca, Santos, Necaxa y Morelia no tenían títulos, cuando Toluca contaba solamente con 2 de los 10 que tiene, Tigres 2 de los 6 y Monterrey 1 de los 4. Cuando era impensable el futbol de Primera División en Chiapas, Sinaloa, Baja California o Quintana Roo... Cuando el Atlante era cultura popular chilanga, cuando los entrenadores de porteros eran un bicho raro, cuando los futbolistas extranjeros eran verdaderos refuerzos y no la base del equipo, cuando se utilizaban zapatos negros, cuando nadie se pintaba el pelo, cuando los tatuajes eran verdaderamente raros, los naturalizados en la Liga inexistentes, los celulares grandes y sus llamadas muy caras. Allá, en ese lejano entonces, logramos la segunda estrella para el Atlante, luego de 46 años (14 años más tarde se lograría la tercera en Cancún), y nos quedamos en el recuerdo como un equipo que hizo las cosas de manera distinta y protagonizó varios años de futbol memorable.

¿Por dónde termino: por el orgullo de ser parte de aquella generación tan exitosa dentro como fuera de la cancha, o por la decepción de conocer que nuestro equipo no ha sido capaz de mantener la certificación para ascender en la temporada 2018 -2019?

 
 
Twitter: @FELIXATLANTE12