Decepción norteña

Francisco Javier González
en CANCHA


Para ganar el título, los contendientes son de diferentes tamaños, posibilidades económicas y obligaciones. La combinación de estos factores conforman parte del porcentaje que les ayudará a cumplir su cometido.

Hay otro factor, sin embargo, que es imprescindible para hacer funcionar todas las virtudes que una institución le pone en las manos al director técnico para poder trabajar. Se

llama espíritu.

Santos Laguna fue ayer el ejemplo más claro para ilustrar el concepto.

Jugó con 10 hombres durante una hora, con una desventaja de dos goles en la ida más aspiracional que tiene el futbol mexicano.

Doblegar estas desventajas para poner su nombre entre los semifinalistas tiene también que ver con lo que el de enfrente dejó de hacer.

Tigres fue una caricatura de sí mismo, y fue invadido por su falta de empeño, idea y entusiasmo para terminar siendo la víctima improbable de un partido que sintieron de trámite.

Evidentemente no lo era, como tampoco la visita de Xolos a los Rayados hubiera podido hacer pensar.

En Monterrey, al igual que Tigres, fue poseído por sus peores defectos y terminó defraudando a su afición, que de nueva cuenta ve como una ilusión se le hace arena entre las manos.

Los dos finalistas del torneo anterior se despiden tempranamente del torneo de manera inexplicable. Cuando el ego y la prepotencia es más grande que el sueño de seguir ganando, se dañan todas las cualidades que les hacían favoritos.

El Toluca sacó de milagro la serie frente a Monarcas.

Los michoacanos fueron por grandes lapsos mejores que los súper líderes, tanto en la ida como en la vuelta. Lo que les faltó fue la contundencia para convertir jugadas que debieron terminar en gol.

Haber marcado dos tantos en el tiempo de reposición en una serie que ya parecía liquidada, habla de esa entrega que otros más poderosos decidieron guardar bajo el colchón.

Los Diablos se llevaron un buen susto y, al mismo tiempo, una lección fundamental para lo que resta de Liguilla: el más pequeño -octavo en la Tabla- sí es enemigo.

La paliza global del América a los Pumas, hace ver a las Águilas poderosas y distintas a los demás semifinalistas.

Los goles tempraneros, sus individualidades y la espectacular baraja que tiene en la banca, le levantan la mano como un legítimo y poco rasguñado participante en la siguiente ronda.

La Comarca no será fácil aduana, como tampoco lo habrá de ser la de Tijuana para el Toluca. Pese a ello, líder y sublíder de la clasificación lucen favoritos.

Sin el poder de Tigres y Rayados, una Liguilla marcada por arbitrajes que han influido para mal, cada equipo depende de sus propias decisiones.

Y la primera, sí, es matarse en la cancha.

 
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