San Cadilla
en CANCHA


Kuris en todos lados
 
Los que andan felices de la vida y en todos lados son el dueño y presidente del Veracruz, Fidel Kuri Grajales y Fidel Kuri Mustieles.

Padre e hijo se lanzaron el miércoles pasado por la mañana a la Federación Mexicana de Futbol para intervenir en la reunión que sostuvieron la FMF, la Asociación Mexicana de Futbolistas Profesionales y algunos clubes de la

Liga MX.

Kuri Grajales y Kuri Mustieles llegaron en avión privado al Aeropuerto de Toluca para entrarle al debate sobre el nuevo régimen de transferencias y al término de ésta, se retacharon a Veracruz.

Su regreso en friega no se debió solamente a volver a casa, pues bien pudieron quedarse en la Ciudad de México, lo hicieron porque anhelaban acompañar a los Albinegros de Orizaba, que disputaban la ida de la Final de la Serie B de la Liga Premier.

Este equipo también es propiedad de Kuri Grajales y no querían perderse este cotejo que terminó con un 3-1 a favor de los bicolores sobre la UdeG.

Y a todo esto ¿cómo no iban a andar de buenas? A fin de cuentas sus Tiburones Rojos se salvaron de descender justo a tiempo para la suspensión del descenso.

 
 
Reguetonero cansado
 
Con eso de que Nicolás Castillo es intocable, pues a nadie le extrañó que el estelar delantero chileno de los Pumas, se saliera de casa un par de noches antes del trascendental partido ante Gallos para lanzarse a disfrutar (si es que eso se puede) un concierto de reguetón.

Castillo se la pasó canta y canta, salta y salta, lo cual dirán los "Nicobilivers" no es "bisne" mío, siiiiin embargo, el domingo en el partido en que Pumas se jugó el pase a la Liguilla, su estelar hizo muchas cosas menos brillar y, según los reclamos de una parte de la tribuna de CU, ni siquiera correr...

En plena semana en que además dijo sin ningún empacho que no le diría que no al América, Nico no está haciendo mucho para confirmar su etiqueta de ídolo en Pumas... Aunque eso parece que tampoco le importa.


No me despierten...

Quien está viviendo un sueño en Pumas, literalmente, es el tercer arquero, José Castillo.

Resulta que el domingo anterior, el guardameta fue el último, último, último en bajar del autobús que transportó a Pumas de su hotel de concentración al Estadio Olímpico Universitario para el juego contra Gallos; y lo singular del asunto fue ver que pese a la corta distancia del trayecto, mi muchacho cayó en los brazos de Morfeo, porque bajó con una carita colorada, colorada, y los ojos apenas medio abiertos, lo suficiente para llevar sus pasos casi arrastrados al interior del estadio.

Si consideramos que Castillo ni siquiera salió a la banca (como suele pasar) y que el partido entre felinos y Gallos no fue precisamente un gran espectáculo, me imagino que la jetita que el portero empezó en el autobús, debió continuar después del mediodía.

 
 
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